Cuando llegó, la frontera seca de la que tanto había escuchado lo tomó por sorpresa. En Bernardo de Irigoyen, el rincón más oriental del país, poco y nada se sabía de Las Leonas y ese deporte del que casi nadie hablaba en la televisión y radios de Brasil.
Alberto Cortés (33), sanjuanino, jugador de hockey y apasionado por la disciplina, resolvió actuar y transformar su realidad, sin imaginar que en poco tiempo iba a cambiar también las realidades de muchos de los chicos de la lejana localidad ubicada a más de 300 kilómetros de Posadas.
Seis años después, valga la redundancia y vaya paradoja, los palos y la bocha son una realidad en la frontera seca. El Hockey Club Bernardo de Irigoyen empezó con tres alumnos, pero hoy son ochenta. Y tiene una meta netamente inclusiva: demostrar que el hockey, muchas veces ligado a los estratos más altos de la sociedad, también puede ser propiedad de los que no tienen tanto. O de los que están lejos.
“Lo llamamos hockey social, porque el objetivo más allá de lo deportivo es trabajar con la inclusión. Abrir la puerta a los chicos que tienen menos, porque el hockey muchas veces se considera exclusivo de las clases altas. Lo que tratamos es de juntar a los chicos que andan en cosas malas, darles una contención y que puedan competir, que puedan viajar y salir de la provincia. Ver la sonrisa de los chicos no tiene precio”, resume Alberto, el ideólogo de una movida inimaginable hace algunos años en Irigoyen, en diálogo con EL DEPORTIVO.
Germinó la semilla
Es lunes por la tarde y el sol cae en el horizonte, del lado argentino de la frontera. Los últimos rayos iluminan aún la cancha del barrio Provincias Unidas, antiguo reducto de fútbol hoy conquistado por el hockey. “Unas casitas nomás nos separan de Brasil, tenemos que tener cuidado de no pegarle tan fuerte para que la bocha no se vaya al otro país”, se ríe Alberto. Es que el espacio verde está a apenas 100 metros de la frontera.
Mientras los chicos levantan polvo a puro bochazo, Alberto comienza a desandar su historia. “Nací en San José de Jáchal, a 150 kilómetros de San Juan. Mi esposa es gendarme y en 2013 la mandaron acá. Allá jugaba en el club San Isidro y era integrante de la selección de hockey del pueblo”, arranca Cortés, quien llegó a Misiones “con ganas de seguir jugando” pero enseguida descubrió que en la frontera no iba a ser tan fácil.
“Llegué y nadie conocía el hockey, eran muy poquitos los que habían escuchado algo de Las Leonas, estaban bastante alejados del tema. Acá todo era fútbol y algo de voleibol. Y entonces se me ocurrió crear el club. No fue fácil y me costó mucho. Eran dos chicas y un varón cuando arranqué. Hoy son alrededor de 80 chicos”, cuenta el entrevistado.
Con el crecimiento llegaron también las responsabilidades. Y el Irigoyen salió a hacerse su propio camino. En 2016 debutó en la Liga de Hockey del Interior, con base en Oberá. “Con chicas de 12 y 13 años jugamos la Copa de Plata y perdimos la final por penales, fue todo un hito para el pueblo”, recuerda Alberto.
Claro que a las distancias se sumó la situación económica del país. Cortés tuvo nuevamente que transformarse. Y como se hacía difícil cumplir con ese torneo, resolvió, tal como en el club, crear una liga. “Se nos dio la idea con Hugo ‘Pocho’ Vera y Karina Bareyro de formar una liga propia. Empezamos en 2017 con la Liga Amateur de Hockey de San Vicente. Jugamos una vez por mes, cada fecha en una sede. Estamos nosotros y hay equipos de San Vicente, Campo Grande y Capioví, por citar algunos.
Lo que Cortés y su grupo buscan con la competencia va más allá de los resultados. “Estamos trabajando mucho con la inclusión. Hacemos hockey social, porque buscamos incluir a los chicos de las clases más bajas. Muchas veces se considera al hockey como un deporte de clase alta y queremos romper con eso. Tratamos de juntar a los chicos que andan en cosas malas para darles una contención y hacerlos competir. Y eso te da una satisfacción enorme. Muchos chicos pudieron así salir de la provincia y tres de ellos fueron convocados para la Selección Misionera de hockey social, que el sábado viaja a Mendoza para el Nacional. Vendría a ser como el hockey alternativo, porque acá no hay plata, no existe ‘el hijo de’. En el interior hay mucho potencial, sólo que muchas veces no se ve”, explica Alberto.
Lo cierto es que el hockey floreció en Irigoyen como nunca antes. Y eso, además, genera un orgullo, un sentido de pertenencia en la frontera. “Los chicos están más contentos, no se pierden una sola práctica. Y si ven que los compañeros viajan, eso los motiva a seguir y mejorar. Lo que siempre rescato de los chicos del interior es ese orgullo propio, te pelean hasta la última pelota, hasta el último minuto, aunque estén perdiendo 5-0. Nunca bajan la cabeza”, se emociona el sanjuanino devenido en misionero por adopción que logró toda una revolución en la frontera seca. El hockey mueve ahora, allí, lo que nunca antes.
En crecimiento
Varios clubes de la zona siguen el camino del Hockey Club Irigoyen. “Tenemos un club nuevo que se llama Hockey Sin Fronteras y es de San Antonio. También están Los Pitbulls de Andresito. Tratamos de ayudarnos”, dijo Cortés.