Al contrario, se agrava día tras día por la falta de conducción política y de funcionarios capaces de generar las medidas que se necesitan para reactivar la economía.
El único responsable político del Gobierno nacional y de elegir a sus colaboradores es Mauricio Macri. Solamente él. Porque el Presidente fue quien recibió en 2015 la mayoría de los votos de los ciudadanos que creyeron en “el cambio” de una Argentina lamentablemente acostumbrada al castigo, el saqueo de su riqueza, las avivadas de políticos corruptos.
¡Hasta a mí me engañó! Claro está que, en esas elecciones presidenciales, el mensaje de Cambiemos fue entendido como un cambio para mejor y no para dejarnos al borde del abismo como quedamos en los últimos años.
Por eso, el domingo 11 de agosto, el resultado electoral fue tan contundente. Porque tres años fueron suficientes para observar que este equipo no está preparado para llevarnos a un futuro mejor.
Las PASO fueron creadas para elegir candidatos ya que no surgen de ellas los gobernantes en forma directa, sino quienes aspiran a serlo.
Sin embargo, se volvió tan débil este Gobierno nacional por su propia gestión (ni siquiera por una oposición que le puso palos en las ruedas) que el impacto de la desconfianza y el descreimiento generalizado nos llevaron -a las pocas horas de conocerse el resultado- a una peor transición hasta octubre.
¿Cuál fue la reacción? Lamentables y sucesivas apariciones públicas de Macri, echando culpas a terceros por sus medidas, cual niño caprichoso que no admite haber cometido groseros errores.
Ratificando la incapacidad de hacer un mea culpa, tal vez asesorado por aduladores que no se animan a mostrarle una tristísima realidad que no ve encapsulado en la Rosada. Señor Presidente, ¡el único culpable es usted! porque nos está llevando a un caos sin retorno posible.
Este miércoles, Macri ensayó por la presión social un cambio de estrategia. ¿Cómo? De manera poco convincente, argumentando que no había dormido bien en la madrugada del lunes, asumió parte de la culpa después de culpar al electorado y al adversario más votado por el descalabro financiero.
Lanzó medidas populistas que perjudican más de lo que benefician a los trabajadores, desempleados, pobres e indigentes que ya no saben cómo sobrevivir a este contexto económico.
Anunció un plan de pagos para el ahogo impositivo que su Gobierno somete a las PyME (no hizo una reforma de los impuestos), siempre pensando en recaudar y que todos paguen. ¿Acaso cree que sin ventas ni producción, una pequeña o mediana empresa no se seguirá endeudando con el Estado, sus proveedores, sus empleados?
El electorado que lo castigó en las PASO no espera “politiquería barata”. No quiere ver a un Presidente “sensibilizado” porque perdió las elecciones, con dádivas que no salvan a ningún argentino agobiado por sus cuentas.
Los argentinos queremos ver un cambio de rumbo, verdadero, sólido, con bases que sustenten un modelo productivo y de desarrollo por largos años, porque este nos va a llevar a una hiperinflación y a un caos total. Si ello ocurre, el único responsable debería ir preso por la ineptitud y la inoperancia constante y terca con la que actúa Mauricio Macri.
¿Qué otra señal espera el Presidente para entender que el pueblo no soporta más pruebas y errores? Los constantes y groseros errores dejan de ser mala praxis, para ser intencionales para beneficiar a un selecto grupo de operadores y dirigentes que siguen engrosando sus cuentas bancarias a costilla del resto de los ciudadanos.
Cómo explicar que a los dos años de gestión, por su mal manejo, Macri debió recurrir al salvataje del FMI cuando ese pasado al que critica no tuvo que hacerlo durante doce años.
En este punto de desgaste institucional, político y económico, necesitamos una apertura del Gobierno hacia la oposición, diálogo que genere alternativas y, especialmente, paz social. Hoy, esa responsabilidad, sigue siendo de quien ejerce la máxima autoridad del país. Usted, Mauricio Macri.
Por: Francisco José Wipplinger
Presidente de PRIMERA EDICIÓN