César Bondar es un estudioso misionero nacido en Leandro N. Alem y hace más de una década comenzó a investigar sobre el cementerio público municipal “San Juan Bautista” de Ituzaingó (Corrientes).
Tras todo ese tiempo de estudio en la vecina provincia, el doctor en Antropología Social e integrante del Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (CONICET) y del Instituto de Estudios Sociales y Humanos de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNaM sacó a la luz un trabajo con el nombre de “La muerte visitada: relevancia de los espacios funerarios”. Una obra de campo que se proyecta desde 2006 hasta 2015.
En dicho marco espacio-temporal, Bondar y un equipo de investigadores realizaron entrevistas, observaciones y registros en diferentes dispositivos tecnológicos.
A ello se debe sumar una muestra itinerante que comenzó a girar en 2018 y hace poco estuvo en exhibición en Posadas, más precisamente en el Museo Histórico y Arqueológico Andrés Guacurarí.
Dicha muestra posee unas 200 piezas funerarias que datan desde fines del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX. Son cruces de hierro confeccionadas con arandelas, agarraderas, remaches y soldaduras.
Además, se incluyen ejemplares de madera y se destacan plaquetas en niños (palomas o corazones), cualidades socioantropológicas catalogadas e inventariadas según edad (adulto o niño) y detalles de los mensajes de las plaquetas, con su respectiva contextualización e historia de dicho cementerio.
Un lugar primordial de estudio
Tras el paso de la muestra por Posadas, PRIMERA EDICIÓN dialogó con el profesor Bondar y le consultó cómo surgió la idea o cómo llegó a sus manos la posibilidad de que un misionero indague sobre un cementerio de Corrientes.
El nacido en Alem relató que todo comenzó por trabajar en el rescate de espacios de memoria en Ituzaingó. “El estudio del cementerio municipal San Juan Bautista lo inicié hace ya más de una década y desde el principio fue apasionante. Dentro del estudio de las prácticas de religiosidad vinculadas a la muerte y el morir, con especial atención a los espacios-lugares de la muerte y las cartografías funerarias, los cementerios ocupan un lugar primordial”, remarcó.
¿Pero cómo se interesó en ese cementerio en particular? “Ituzaingó se fundó en 1864 y uno de los objetivos era proteger las fronteras en el período de la Guerra Grande, en tal sentido el cementerio data de ese período y resultaba un punto privilegiado para comprender las relaciones de los hombres con la muerte en tiempos de crisis o tragedia humana”, justificó Bondar.
El catedrático también comentó que “este cementerio guarda narrativas muy interesantes sobre las disputas entre autonomistas y liberales; como así también la intromisión de casas funerarias y la sobrepoblación del cementerio, que llevó a reocupar espacios de tumbas antiguas”.
“Se extraían las cruces y la herrería y se las depositaba en mausoleos abandonados. Las cruces se encontraban en deterioro y sujetas al hurto y pérdida. De esta forma las cruces de la muestra, que superan las 200, no se extrajeron de tumbas sino de los depósitos”, aclaró el misionero, que así también dio paso a detallar de dónde surgen las cruces y demás objetos de la muestra itinerante que arrancó en 2018, como antesala a la creación del Museo de Herrería Funeraria en Ituzaingó, y que ya hizo pie en Posadas.
Herrería funeraria
Bondar detalló que “la herrería funeraria, como forma de arte, habla de las formas y modalidades de relacionarse con la muerte, el morir y los muertos en determinado período. Por eso resulta relevante rescatar esta particularidad como una manifestación artística regional. Y sus distinciones, según se trate de niños, adultos, niños con bautismo o sin bautismo, entre otros”.
“Este rescate forma parte de la recuperación de parte de la memoria socioantropológica de la localidad de Ituzaingó, en diversos espacios, tiempos y lugares. Una aproximación a la genealogía de los pobladores de Ituzaingó y la región, lo que no es poca cosa”, aseveró.
Portadores de memoria
Por último, y a modo de resumen, el doctor en Antropología Social contó que “‘La Muerte Visitada’ habilita a la reconsideración de los espacios funerarios como portadores de memoria, arte, genealogías y representaciones socio-religiosas en torno a la vida, la muerte, lo cotidiano y lo sobrenatural.
Encadenan un conjunto de prácticas y performance que definimos bajo la idea de tanatosemiosis: procesos comunicativos-creativos de los vivos para con los muertos. Y a ello debemos agregar palabras clave como cementerio, muerte, morir, patrimonio funerario, entre otros”.
En octubre, en Ituzaingó
Finalmente, Bondar comentó que “la muestra está en la actualidad en Ituzaingó, tras su paso por Posadas, y volverá a ser exhibida en forma pública el próximo 30 de octubre y hasta el 3 de noviembre, en las instalaciones del Museo Antropológico de Ituzaingó”.
“Toda esta colección está ahora en resguardo del Observatorio de Prácticas Funerarias del NEA, el cual dirijo y también en custodia de la Dirección de Museos de la Municipalidad de Ituzaingó”, detalló.