La veterinaria Erica Jensen es una de las pocas etólogas que tiene la provincia, es decir, especialista en comportamiento de los animales, en distintas áreas como la selección sexual, la alimentación, la agresividad. En entrevista con la FM 89.3 Santa María de las Misiones, confesó que “es una especialidad relativamente nueva que cada vez adquiere más importancia, porque cada vez convivimos más junto con nuestras mascotas, y también es cada vez una especialidad más solicitada”.
Reveló que “una de las consultas por las que más se realiza el servicio es por agresiones, ya sea entre perros de la misma manada o del perro a alguno de los miembros de la familia. También temas como la eliminación inadecuada (que defecan y orinan fuera de lugar)y ansiedades. También hay colegas (veterinarios) que derivan (a sus pacientes) para hacer la conducta etológica de comportamiento”.
¿Es posible cambiar las conductas cuando se habla de perros agresivos?
Sí, es posible y no importa la edad: se puede modificar en perros adultos también. Cada caso es particular, pero en general la agresividad es una conducta que se puede modificar y los que más trabajan en ese tema son los propietarios.
¿Las mascotas reflejan de alguna manera el ambiente familiar en donde se crían?
La conducta de cada animalito es algo individual, pero en general la gente que viene preocupada a consultar ha hecho cosas que no están bien, pero más por desconocimiento que por otra cosa. Por ejemplo, lastimosamente cada vez humanizamos más, es lo que se llama antropomorfismo y por eso generalmente viene la mayoría de los problemas de conducta.
Cada vez humanizamos más a las mascotas, cada vez conviven más cerca de nosotros: hace unos años, el perro estaba en el patio, era para guarda; ahora cada vez es una mascota más de compañía, a veces duerme con nosotros.Son pequeñas cosas que van modificando su relación con nosotros y entonces a veces esta idea de humanizarlos complica la convivencia después.
Lo que pasa es que ellos, cuando vienen a nuestra casa como mascotas, forman una manada-familia con nosotros y el lugar que nosotros les damos es lo que después va a hacer, reconocerse a él dentro de esa organización social: como alfa o como sumiso, y ahí vienen un montón de problemas. Principalmente los problemas de agresión tienen mucho que ver con esto, con humanizarlos.
¿Y cómo hacemos para evitarlo?
Lo importante en perros de razas grandes es entender que ellos tienen una organización social bien jerárquica, de dominantes y suberdinados; entonces, hay que darles señales de que todos los miembros de la familia son alfa, son dominantes. Cada vez que hay una conducta de agresión, seguro que el propietario te cuenta que hace unos años o unos meses gruñía o ya no se lo podía tocar en ciertas ocasiones -como cuando tenía algún hueso en la boca- o sacarlos del lugar de descanso o hacer ciertas cosas con ellos. Cuando un perro está bien socializado, estas actitudes no tienen que estar, porque primero empieza el gruñido y después por ahí viene la mordedura.
Lo ideal es que los perros, y los grandes principalmente, tengan su lugar de descanso propio, que no duerman con nosotros en la cama. Y otra cosa que podemos hacer para que entiendan bien la jerarquización es que coman después de nosotros. Eso es muy importante, porque normalmente el alfa es el que come primero, entonces tienen que comer primero los miembros de la familia y después servirle a él la comida.
Ante la primera señal de agresión debemos consultar a nuestro médico veterinario de cabecera, que si amerita les va a dar alguna sugerencia para hacer o va a derivar a una consulta etológica.
Cuando el animal llega a casa
“Lo ideal siempre cuando adquirimos una mascota es asesorarnos”, recomendó Erica Jensen. Es que “cada raza tiene su etograma general y después cada individuo se comporta según lo aprendido, que es lo que le enseñamos nosotros. No es sólo desde que llega a nuestra casa, sino que depende cómo es la madre, cómo es el comportamiento con los hermanos de la camada. La conducta ya empieza a desarrollarse previo al nacimiento”, reveló.
“También hay que entender que la organización social de ellos es diferente a la nuestra: ellos son bastante despóticos, donde el individuo dominante tiene acceso a un montón de privilegios que el sumiso no; entonces, cuando ellos se creen dominantes es cuando en ciertas ocasiones agreden. Puede ser un perro generalmente muy bueno, que convive con la familia, pero que en ciertas ocasiones tiene conductas agresivas, entonces lo importante es la prevención: socializarlos bien y que ellos entiendan qué se puede hacer y qué no”, insistió.
“Con pequeñas cosas lo podemos educar y podemos realizar lo que llamamos una socialización correcta, que él entienda qué lugar ocupa dentro de nuestra manada-familia”, apuntó. Cuando tenemos un cachorro, “lo ideal es empezar ahí, es una etapa muy importante, de 3 semanas a tres meses, que es como un sellito que hacemos en la conducta. Ahí empezamos a educarlo”. Y cuando son perros adultos, “desde que llegan a nuestra casa, hay que mostrarles cuáles son las pautas: cuál va a ser su lugar de descanso, rutinas, horarios”.
¿Y cómo hacemos para que nuestras mascotas puedan socializar con otras?
Lo ideal es la socialización temprana, que ese cachorro empiece a encontrarse con otros perros desde temprana edad: llevarlo a la casa de algún amigo o algún familiar, a espacios públicos, para que se empiece a encontrar con una serie de situaciones, con otras especies, con la misma especie, para poder hacer este tipo de socialización interespecífica e intraespecífica. Eso sería la prevención. Después, si hay conductas puntuales, también se puede tratar profesionalmente.
De todas formas, hay diferentes tipos de agresiones, cada caso es particular, pero lo más importante en conductas es la prevención, o sea, qué hacer cuando el cachorro llega a casa para no tener problemas en el futuro.
Para todos
Erica Jensen confió que desde la etología también se puede trabajar con gatos y con todas las especies en general, “incluso en grandes animales de producción”.
No obstante, recomendó que en caso de sumar a la familia a algún animal que por lo general no está considerado como mascota -como cerdos, iguanas, erizos, hurones- “siempre hay que asesorarse, porque las especies exóticas o no tradicionales son muy puntuales en su requerimiento y primero tenemos que plantearnos dónde van a vivir, en qué condiciones, la temperatura, el hábitat, qué comen… Y después de eso, por supuesto, la relación y la convivencia con una mascota no tradicional, al no ser animales domésticos, es totalmente diferente a la interacción que tenemos con los perros o los gatos”.