La relación de Bárbara Núñez con el hockey comenzó con una suposición que poco tiene de verdad: unas compañeras de curso se enteraron que jugaba al handball y pensaron que sería buena atajando para el equipo de hockey en los intercolegiales con la Comercio 6. Le dijeron que no corría falta y ella dijo sí. Ese fue el puntapié inicial. Después vino el arco de Tacurú, los 15 años en la primera de Banfield, el codearse con las primeras Leonas, entre ellas ni más ni menos que Luciana Aymar, los Nacionales con la camiseta misionera en el pecho, la faceta de entrenadora de arqueros, los equipos técnicos de Misiones y Paraguay. Toda una vida que comenzó por una suposición que, a la vista de todo lo ocurrido, quizá sí tenía algo de verdad.
Bárbara es profe de educación física y técnica en rehabilitación cardiovascular y motriz. Con su mate tuneado de Tacurú, se prestó a un mano a mano con EL DEPORTIVO donde reseñó su vida bajo los tres palos y las anécdotas y enseñanzas que le dejaron ese camino que comenzó en aquel intercolegial. Una voz autorizada. La dueña del arco.
Bárbara, ¿cuál fue tu primera experiencia con el hockey?
Fue de casualidad. Yo jugaba al básquet y al handball, un día apareció una chica y me dijo que necesitaban una arquera y que alguien les había dicho que yo era. Pensaban que era arquera porque jugaba al handball. Yo ni sabía las reglas del hockey, nada. Me pusieron el pad, salí a atajar, lo hice bien y empecé. Fue en un Comercio 6 – Bachillerato Humanista, en intercolegiales. Yo iba a quinto año.
¿Cómo se generó el contacto con Tacurú?
Tenía una compañera de curso que jugaba en Tacurú y cuando empecé a jugar me invitó a ir allá. También tenía la posibilidad de ir a Centro, pero ella me llevó a Tacurú. Jugué cinco temporadas y me fui a Buenos Aires. Siempre en el arco, yo no sabía jugar a nada.
¿Cómo fueron esos cinco años en Tacurú?
No sé, yo en ese momento no tenía al hockey como una pasión, jugaba al básquet. Hasta que una entrenadora me dijo que elija y yo estaba indecisa. Pasaron cinco años y me fui a Buenos Aires. Me recibí de profe de educación física y al cuarto día estaba en Buenos Aires, nunca ejercí de profe en Posadas…
¿Tenías familia en Buenos Aires?
Sí, porque nací en Buenos Aires y me vine a vivir a Posadas cuando era chica. Tengo mi familia en Avellaneda, en Domínico. Me fui a la casa de mis primos a vivir, empecé la tecnicatura en el CeNARD de técnico nacional de hockey y había una profe que se llamaba Claudia Cantú que me dijo que había una prueba en Banfield. Ella era la coordinadora. Iban a abrir Banfield C con un estadio hermoso y una cancha de agua divina. Fui y cuando terminó la prueba, la entrenadora Mariana Arnal, exLeona, me dijo que quedaba para la A. De estar jugando acá salté a la primera A del Metropolitano. Y mi debut iba a ser contra el SIC en donde jugaba la Leona Paola Vukojicic. Pero no llegaron mis papeles y debuté al siguiente partido contra Quilmes, donde estaba Lucha (Aymar). Mi debut era con la intermedia de Quilmes, y cuando terminó me mandaron al banco. Yo, en el banco, y Lucha al lado haciendo la entrada en calor. No lo podía creer.
La tuviste cerquita, ¿cómo fue verla a Lucha?
Yo la veía en la tele. En vivo parecía un ángel, un extraterrestre, de otro planeta, parecía que tenía una aureola, era increíble verla jugar, ella muy joven. Mi entrenador, que en ese momento era Jorge Marelli, no me dejaba sacarme una foto con ella porque decía que íbamos a dar ventaja deportiva, pero en ese momento las Leonas eran estrellas de rock. Lucha era Maradona en sus primeros años. También la vi a Cecilia Rognoni y siempre se ríen mis compañeras de Banfield, porque me pasó de toparme con una, la saludé y seguí. Yo pensé que la conocía pero era de verla en la tele. Era la Leona Natalí Doreski.
¿No pudiste sacarte la foto con Lucha?
Me saqué la foto con Lucha pero años después, en el 2007. Yo ya arquera de Banfield, fuimos a Rosario a hacer la pretemporada. En mi equipo estaba Jorgelina Bertoni, también Leona. Entraron las chicas corriendo, entra “Jor” y a la que entraba detrás le pedí que nos saque una foto. Cuando le di la cámara me di cuenta que era Lucha. Todos se reían, Lucha fue mi fotógrafa. Después le dije que si quería le dejaba sacarse una foto con nosotras (se ríe) y tengo esa foto con Lucha.
¿Cómo fueron esos años en Banfield?
Fui arquera suplente, titular, suplente. Tuve una rotura de ligamentos, me fui, dejé, volví a hacer la prueba, volví. Pasan muchas cosas en el hockey de alta competencia, como por ejemplo estar seis meses para acostumbrarme a la velocidad de la bocha. Una vez me acosté en un córner y un bochazo me quemó la panza o me rompí el dedo meñique porque la bocha venía muy fuerte y yo no estaba acostumbrada, sí acá jugaba en pasto y de repente fui a jugar en un sintético de agua, era otro mundo.
En ese momento, ¿te pagaban por jugar en Banfield?
No, porque el hockey es amateur. A las Leonas le pagan hoy día a través de una beca de Nación pero a nadie que no sea Leona le pagan. El hockey es amateur. Hoy si conseguís sponsor te dan palo y ropa, no plata. No te salvas como en el fútbol. Por eso tenés que estudiar y cultivarte porque el hockey de alta competencia a los 35 años te deja. Después seguís siendo una jugadora que va decayendo en su rendimiento más ahora que las nenas vienen tan avanzadas. Los arqueros podemos sobrevivir más tiempo, por ejemplo (Juan Manuel) Vivaldi tiene 40 años y sigue atajando en máximo rendimiento, pero es un cuerpo en un millón. (NdR: Vivaldi es arquero de los Leones).
¿Qué fue lo más importante que ganaron con Banfield?
Jugamos playoffs en 2005. Siempre fue un equipo de mediano rendimiento porque cuando Banfield fútbol estuvo en su mejor época nosotros estábamos bien, había plata para el hockey. Entonces teníamos una Leona y eso levantaba el equipo. Pero cuando el fútbol estuvo mal, algunas jugadoras emigraron y eso hizo que baje el rendimiento. Si a Banfield le va bien en el fútbol, le va bien al club. De hecho, en ese momento, estaba James Rodríguez en Banfield, era chiquito.
¿Cuándo empezaron las convocatorias a la selección misionera, pese a que naciste en Buenos Aires?
Soy jugadora de la Federación Misionera y me llamaban por eso. Empezaron cuando era chica. En 2006 vine a jugar un Regional de Ascenso donde ascendimos y en 2007 nos fuimos a Mendoza a jugar por primera vez el Torneo Nacional Mayor. Descendimos, pero Misiones no hizo un mal papel. Era otro mundo, por ejemplo en la selección de Buenos Aires estaban todas las Leonas. Nosotros jugábamos con Grays de palo y ellas con Grays compuestos, estábamos en inferioridad en ese momento. Hoy ya acercamos la brecha porque tenemos una Leona (Lucina Von Der Heyde) y ocho jugadoras en el mejor hockey del país. En ese momento eramos tres, Andrea Plessen, Machi Tufró y yo.
¿Por qué te fuiste de Banfield?
Mi mamá se enfermó y empecé a viajar todas las semanas para Posadas. Ya trabajaba con la Federación a distancia, venía cuando tenía que hacer la puesta a punto de córner corto y arqueros, daba clínicas y me volvía. Hasta que en 2011 empecé a trabajar en un proyecto con amigos y colegas bárbaros como Matías Petit, Machi Tufró, Alicia Bonifato, Susy Farías, Romina Bravo, Soledad Schilde, gente que te hace volver. Hasta que un día consigo un trabajo con relación de dependencia acá y decidí volver del todo.
¿Así dejaste Banfield?
En realidad Banfield nunca se deja porque Banfield es mi casa.
¿Cómo fue tu vida cuando volviste?
Ya trabajaba a distancia en Tacurú, coordinando, volví y me aboqué al Tacurú, trabajé un tiempo más en el seleccionado hasta que hubo un recambio de dirigentes y también de profes. Seguía jugando un poco para la primera del club, después dejé de atajar porque todo no se puede hacer, pero siempre que me necesitan atajo, todavía no me retiré acá (se ríe). Me aboqué a las inferiores del Tacurú y hoy tenemos todas las divisiones completas. Se refundó el club, volvió gente que jugaba antes y tenemos una subcomisión de padres que son un montón, están ahí y que me siguieron eligiendo para que trabaje.
¿Cuándo empezaste tu tarea cómo entrenadora de arqueros?
En 2018 abrí mi escuela de arqueros, que se llama NZ Goldkeeper School. Tuve contacto con Grillo Forestal, mi compañera en Banfield, e Ignacio Ledesma, entrenador de arquero de los Leones y abrimos las escuelas de arqueros. Siempre mantengo el contacto con ellos. De hecho a fin de año me fui a una clínica internacional de arqueros en Buenos Aires donde estaba Vivaldi y otros. Yo era la única mujer entre todos los varones. Empecé con la escuelita y los arqueros de acá se fueron sumando. Este año todavía no empezamos, porque estoy con el seleccionado y Paraguay y no quiero dejar en banda a mis arqueros, además de que los que vienen a entrenar son los que tengo en el seleccionado porque este año me habló la presidenta de la Federación, Gaby Koteski, y me ofreció volver. Gracias a Grillo el año pasado estuve trabajando en el club Mariano Moreno en Buenos Aires así que estaba a full, viajaba cada diez días. Pero ahora prioricé la ida a Paraguay.
¿Cómo se dio el contacto con Paraguay?
Un arquero paraguayo vio una publicación mía, me buscó y me preguntó si estaba en Misiones. Me dijo que necesitaba un entrenador de arquero porque vino como DT Gonzalo Ferrer, entrenador uruguayo. Llegué al primer entrenamiento y sin hablar entré a trabajar y empezamos a tener un vínculo de trabajo. Ahora soy parte de su cuerpo técnico. Hace poco fuimos a una gira por Chile. Nos estamos preparando para el Sudamericano 2022 que se va a hacer en Paraguay y el Panamericano en 2023 en Chile.
Para ir terminando, ¿cómo ves a los arqueros misioneros?
Hoy en día tenemos tres muy buenas arqueras con Priscila Zayas de Guaraní, Lourdes Viera de Centro y Nayibe Zampaca de CAPRI. Nayibe fue elegida por todos los entrenadores como mejor arquera del regional D, Lourdes mejor arquera del regional C y Priscila fue elegida el año pasado como la mejor arquera del torneo por todos los entrenadores. Las tres mejores las tengo yo y salen de mi escuela de arqueros.
¿Qué es el hockey para vos?
Para mí es una pasión y es mi trabajo, que disfruto porque puedo hacer lo que me apasiona y trabajar… no vivir de esto porque del hockey no se vive, pero trabajar en esto y desarrollar todo el potencial que pueda llegar a tener y tratar de estar a la vanguardia siempre.
Dijiste que Banfield es tu casa, ¿y Tacurú?
Tacurú es mi casa también, claramente que sí, yo soy hormiga pero la vida te va llevando y hoy tengo dos casas. Me pone muy feliz eso. Igualmente tengo muy buena relación con los otros clubes, yo tomo como que los rivales son necesarios para la competencia, necesito mi rival para crecer. No odio a mis rivales, los respeto, los quiero, cuando los tengo en la cancha los quiero ganar siempre y cuando salgo a la cancha podemos charlar y crecer juntos.