Científicos del Conicet, en conjunto con la Estación experimental Obispo Colombres de Tucumán y la Universidad de esa provincia, descubrieron una proteína natural extraída de un patógeno fúngico de la frutilla (llamado Acremonium Strictum SS71) que activa y aumenta las defensas en las plantas, mejorando su nivel de protección frente a distintos tipos de estreses bióticos y abióticos. No contiene microorganismos vivos, ya que el principal ingrediente activo es una proteína extracelular.
Así, la firma SummitAgro lanzó oficialmente Howler, una vacuna vegetal y bio-inductor para soja, trigo y cebada.
Las vacunas activan la inmunidad innata a través de una serie de rutas de señalización de respuestas bioquímicas, y se constituyen en nuevas alternativas para mejorar el rendimiento y la calidad de los cultivos. Su utilización permite reducir el uso de productos fitosanitarios, contribuyendo así a una agricultura más sostenible y saludable. De esta forma se podría ayudar a las plantas a activar su sistema inmune, mediante la aplicación de vacunas vegetales; lo que les permitiría producir, incrementar y almacenar sustancias, con actividad antimicrobiana y también sin ella, pero que impiden el crecimiento de agentes adversos y evitan o disminuyen la intensidad de las enfermedades.
“Hay un cambio de paradigma en la manera de producir y está orientando hacia el uso de productos más inocuos. Existe un cuestionamiento social muy fuerte que nos somete pero a la vez resulta un desafío seguir aumentando la producción de alimentos sin productos que no sean tan inocuos. Así que ‘Howler’, que es un producto biológico no vivo, permite reducir las aplicaciones de funguicidas porque aumenta el sistema inmune de las plantas y la incidencia de enfermedades termina siendo menor”, describió Carolina Martino, ejecutiva de SummitAgro.