Mickael Berrotaran (21) es francés y en su bicicleta recorre las carreteras latinoamericanas para tener una mirada distinta de la vida y del paisaje, y para limpiarlas de la basura que “adorna” las banquinas. Días atrás pasó por Posadas y atravesó el puente internacional San Roque González de Santa Cruz para llegar a las Cataratas del Iguazú y al Brasil por las rutas paraguayas. Antes de iniciar la travesía puso en marcha Colibrí Proyect que consiste en parar cada cien kilómetros y nominar a un amigo del Facebook para que se acerque hasta una playa o un bosque y llene una bolsa con la basura por allí diseminada.
Nacido en San Juan de Luz (en francés: Saint-Jean-de-Luz, en euskera: Donibane Lohizune), en el país vasco francés, aseguró que “me encanta la aventura, la naturaleza, el deporte” y con un diploma de Gestión y protección del medio ambiente decidió salir de Francia “para viajar y descubrir el mundo, culturas, personas”.
Durante una pausa en su recorrido, contó que inició su travesía con una bicicleta que compró en Lima (Perú), y empezó su viaje. Cruzó por Bolivia, Argentina, a través de Paraguay llegará a las Cataratas del Iguazú y posteriormente a las costas de Brasil y Uruguay, retomando hacia Buenos Aires, luego hasta Puerto Mont (Chile) en el mes de julio, y de allí hasta Ushuaia, en la provincia argentina de Tierra del Fuego.
Aprovecha el viaje para ayudar a la asociación francesa Zurekin. Es que Berrotaran conoció a un joven que estudió en su colegio y que se lesionó la columna mientras practicaba surf. “Es tetrapléjico, está en silla de ruedas y no puede mover sus piernas ni sus brazos, entonces este viaje también lo pensé para él y para su entidad”. La iniciativa consiste que cuando llegue a un lugar “increíble, místico, como Machu Picchu, el Salar de Uyuni o las Cataratas del Iguazú, tome una fotografía con la camiseta de la asociación y se la envíe. Es algo que me nace del corazón”, expresó.
Lamentó que durante el pedaleo encuentra muchísima basura en los trayectos de las carreteras y por eso “decidí llenar poco a poco bolsas con basura porque para mí es muy importante luchar contra la polución, proteger a la pachamama y quitar la basura de las rutas. Si puedo generar un pequeño impacto en la naturaleza es positivo para mí. Así, cada cien kilómetros tengo que nominar a un amigo que me sigue en la página para que se acerque al medio ambiente y llene también él una bolsa de basura. Es para luchar contra la polución”.
Calificó a su viaje como “increíble. En todas partes encuentro personas con muy buena onda. Aveces se me hace difícil porque hay días que se complican con la intensidad del viento, la lluvia o cuando las subidas son pronunciadas. Pero soy muy joven y es la oportunidad que tengo de aprender a conocer a la persona que soy, conocer la cultura, la gente”.
“Para mí el mundo es bellísimo pero los gobernantes nos dan la imagen de un mundo muy feo. Pero la gente es muy buena. Eso lo ves cuando viajas. También hay malas pero las hay más de las otras, de las que te ayudan, colaboran, se acercan a charlar, a preguntarte si necesitas algo, que se interesan por tu viaje”.
Llevando en alto la bandera de su país, admitió que viaja sin compañía porque “es una buena manera de encontrar gente. No es muy habitual ver a un extranjero con una bici y un montón de mochilas, entonces se acerca a hablar, te hace preguntas. Para mí está bueno en el sentido que podemos compartir historias”. A su entender, “tenemos una sola vida y es importante viajar y ser feliz”, agregó el viajero que sueña con pedalear en la Patagonia durante el invierno y regresar a Francia a mediados de diciembre. A su regreso concursará para ser guía de montaña y proyecta crear una finca ecológica. De esta manera, repartir el tiempo entre el trabajo y el trekking.