Al respecto, en diálogo con Primera Plana, programa que se emite por la 89.3 FM Santa María de las Misiones, el sacerdote manifestó que desde que está en la Sagrada Familia, desde hace más de seis años, “ya ingresaron tres veces con las mismas características de entrar y no llevarse absolutamente nada pudiendo hacerlo con absoluta facilidad. La última fue este sábado, tipo 18.30, un rato antes de la misa de las 20 horas. Un horario raro para venir a robar, un rato antes de la misa donde viene toda la gente” y agregó que hay detalles “que hacen que no se pueda hablar de un intento de robo sino de otra cosa, siempre hablando en el ámbito de las hipótesis porque uno no puede tener certezas en esto”.
Sin embargo, con la calma que lo caracteriza, el padre Barros trató de sacarle “dramatismo” a la situación porque para él “lo realmente importante es lo que tratamos de decir como Iglesia sobre temas que nos duelen en la provincia y creo que cuando pasan estas ‘cositas’ en vez de silenciar, potencian el mensaje que queremos transmitir”.
Luego comentó que justamente el viernes por la mañana, en el aire de Tupambaé, la radio del obispado, estaban hablando sobre el tema pobreza y después salió el de las adicciones a raíz de lo cual hizo un comentario en relación al discurso del gobernador Passalacqua el 1º de mayo, en el cual el mandatario provincial dedicó “unos breves renglones a la problemática de prevención de adicciones y rehabilitación”, lo que para el padre Barros fue un texto “muy pobre, que me parecía que más que mostrar éxitos, mostraba un fracaso en las políticas de Estado de prevención y rehabilitación” a lo que agregó que le parecía que “había un problema en general de la dirigencia política de la provincia, de un color y de otro, indistintamente de los partidos, porque nadie habló de ese tema después. Nadie tocó ese tema como no lo suelen tocar casi nunca”.
Y agregó que “la pregunta es por qué tanto silencio con el tema de las drogas, del consumo, la adicción. Digo por qué tanto silencio, no tenemos ninguna estadística seria en la provincia al respecto. Y si no hay estadísticas es muy difícil armar una política pública seria desde el área de la salud. Hablamos de eso y nos extendimos mucho, un poco marcando que mientras se nos están destruyendo miles y miles de chicos misioneros tenemos un gran silencio de la dirigencia al respecto. Entonces uno se pregunta tanto silencio a qué responde, si es desinterés, si es inoperancia, si es complicidad”.
“Dejamos flotando un poco todas esas preguntas que obviamente no tienen nada que ver con cuestiones políticas, ni de campaña. Yo entiendo que en época de campaña todo el mundo está susceptible pero nosotros no hablamos desde ahí, no nos interesa en absoluto el tema, sino que es un poco expresar el dolor de tantísimas familias que conviven con el drama de la adicción de algún miembro” resaltó el sacerdote.
Acá no hay otro interés que no sea el de pensar cómo evitamos que se sigan destruyendo chicos todo el tiempo cuando hasta vamos naturalizando el consumo de drogas. Hoy la marihuana forma parte de lo normal en muchísimos ambientes juveniles y hay mucho silencio con el tema. Eso fue lo que se planteó el viernes a la mañana y el sábado a la tarde pasó esto en la parroquia. Ojo, no puedo afirmar nada, son hipótesis pero es raro que te entren a una parroquia, rompan cuatro puertas y no se lleven absolutamente nada”, advirtió Barros.
En cuanto a si piensan tomar alguna medida, el cura párroco comentó que charló con la gente de la parroquia acerca de colocar cámaras de seguridad, pero indicó que “no nos genera temor porque en realidad estamos convencidos del camino que estamos haciendo y creemos que tenemos que seguir caminando en esto porque estamos pensando en el bien de nuestra gente” y reiteró una vez más que “no hay intención de hablar o criticar a nadie, sino que la idea es hacer el bien y ver de qué manera ayudamos a nuestros jóvenes”.
A lo largo de la charla, el Padre destacó el accionar de la policía y la predisposición tanto del ministro Marcelo Pérez como del Comisario Mazur, o los oficiales de policía de las distintas divisiones que acudieron y relató que charlando con unos agentes de la policía científica, estos le resaltaron que era muy extraño lo “limpio” que estaba todo en el lugar, con respecto a que no había huellas.
Sin embargo y ante la consulta de si tiene temor de que “vayan más allá”, Barros sostuvo firme que no, “la verdad que no, en lo personal no, sí uno siente una cierta inquietud porque esto también significa una molestia para la comunidad. Nunca es grato llegar y encontrarte todas las puertas forzadas, genera una sensación muy fea. Las personas que estaban llegando para abrir el templo para la misa se encontraron con estas dos personas, que no eran chicos, eran dos personas adultas. Todo eso me duele por todo lo que significa de dolor, de preocupación, para la gente. Pero en lo personal no, uno eligió este camino y si tiene costos se los asume porque es el camino que tiene que ver con la vocación que uno abrazó”
Como se mencionó antes, esta no es la primera vez que pasa, “la vez anterior fue en el 2016. Ahí se hizo una denuncia en la Comisaría 4ª pidiendo que se investigue una posible intimidación. Fuimos con uno de los abogados del obispado con Juan Jacquier, por lo que le mandé una copia al jefe de policía de esa denuncia del 2016 para que vea que no es nuevo esto, que esta modalidad ya se venía dando”.
Finalmente, el padre Barros resaltó que quería dejar claro que “desde la Iglesia no tenemos ninguna intencionalidad que roce ni lo político, ni lo partidario, ni la campaña. Si hay algo que no nos interesa es eso. La única preocupación en este caso concreto es el bien de nuestros chicos nada más que eso y creo que estamos todavía a tiempo de hacer algo para que nuestros chicos no terminen quemados por la droga”.