Según detallaron, “hay baches tapados a media, huellas profundas, que provocan que cuando el colectivo ingresa a esa parte se mueva de un lado al otro provocando fuertes sacudones que para los abuelos o personas en general representan un peligro”.
“Es un desastre el piso, peor que un tren de cargas, desarticula a la gente que tiene problemas, como de vértebras, por ejemplo, complica a las madres con pequeños en brazos, les hacen perder el equilibrio. Hay un pocerío que van parchando a medias y no aguantan el tránsito, entonces se vuelve a romper el asfalto. Los que sufrimos somos los usuarios porque tenemos que seguir ingresando al lugar y nadie controla”, indicó Raúl, vecino de Garupá.