Las expectativas y el sueño de comenzar a habitar una vivienda propia se convirtió en una pesadilla para algunos de los 70 adjudicatarios de las primeras viviendas entregadas pertenecientes al Programa de Crédito Argentino (PROCREAR) en Itaembé Guazú, en la Zona Oeste de Posadas.
A dos meses que los beneficiarios accedieron a las llaves de sus casas, algunas comenzaron a tener falencias dentro y fuera de ellas, para convertirse en un verdadero calvario expuesto públicamente por los damnificados para que las soluciones aparezcan. Rajaduras, fisuras en las paredes, filtraciones y hasta desprendimientos de parte de los techos fueron algunos de los problemas que aparecieron en apenas dos meses.
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, tres empresas fueron las encargadas de levantar las viviendas entregadas en esta primera etapa (sobre un total de más de 230 sorteadas en 2017) y las tres tienen sobre sus espaldas reclamos de distintos tipos.
Además, como continúan construyendo casas hasta llegar a las 700 lanzadas durante el kirchnerismo a través de la Administración Nacional de la Seguridad Social (ANSeS), la vida en el lugar tiene más limitaciones de movimientos que un barrio privado, por el uso de las calles por parte de las constructoras.
Los vecinos reflejan “el aislamiento” existente ante la “clausura” de calles internas ya empedradas o asfaltadas, lo que impide la recolección de residuos y el paso de las líneas del transporte urbano.
Además, falta alumbrado público, hay pocos contenedores para dejar los residuos y las empresas se resisten a que los habitantes utilicen los espacios verdes, por razones de seguridad.
Un cúmulo de carencias que los vecinos padecen el doble al asomarse el entorno inmediato a sus ojos: el resto del creciente barrio Itaembé Guazú. “Las casas del IPRODHA, un programa de órbita provincial y no nacional, como el que pertenecemos y pagamos nosotros, son casas que se ven en buenas condiciones. Además tienen recolección de residuos, contenedores, calles asfaltadas, varias líneas de colectivos urbanos, alumbrado público, centro comercial y espacios verdes”, y todo eso “está a dos cuadras de mi casa”, se quejó un vecino para quien “no puede haber tanta diferencia. Estamos aislados y en parte encerrados dentro de nuestro barrio”.
La mayoría de los beneficiarios entrevistados no quiso dar sus nombres y apellidos completos por miedo a futuras represalias.
Demoras y promesas incumplidas
Del plan original de 717 viviendas elaborado en 2013, se terminaron y sortearon el 31 de agosto de 2017 unas 230 unidades (158 unifamiliares y 72 de 3 dormitorios en dos plantas, tipo dúplex). Las casas fueron financiadas por un fideicomiso constituido años atrás y los plazos de pago para quienes accedieron a los créditos van desde los 20 a los 30 años.
Debieron pasar 363 días sin noticias para los sorteados, hasta que la Secretaría de la Vivienda de la Nación, a cargo de Iván Kerr, entregó la operatoria del desarrollo del PROCREAR al banco Santander Río, “que ofreció las mejores condiciones de financiación”, según el organismo.
Claro que, un año después, apenas hubo oferentes para 70 de las 230 viviendas licitadas, debido a que -con la inflación y la corrida del dólar- las casas duplicaron el valor inicialmente establecido. Muchos de los que siguieron adelante a pesar de todo, debieron pedir prestados miles de pesos para cumplir con los requisitos que el banco les impuso.
Cuando fueron llamados para ofertarles la vivienda a la que aspiraban, les establecieron cuotas que van de 8.500 a 12.500 pesos, ajustadas por sistema UVA mes a mes, según testimonios de adjudicatarios, con una tasa de interés del 7,3%, que fue calificada por los propietarios como “la más cara del país”.
“Los corajudos que conseguimos y aceptamos el crédito, que fue el 10% de las viviendas construidas, no tenemos la culpa del fracaso de su programa, exigimos vivir dignamente”, planteó una vecina muy ofuscada.
Un 50 por ciento
La mayoría de los vecinos que dialogaron con PRIMERA EDICIÓN calcularon que “un 50 por ciento (de los 70 primeros adjudicatarios) tiene problemas en sus casas, el otro 50 por ciento tuvo más suerte con la construcción, pero todos padecen las falencias antes nombradas fuera de sus viviendas”, en referencia a recolección de residuos, espacios verdes y acceso al transporte urbano.
“Todas las casas tienen garantía por tres meses. Sin embargo, a días de habitarlas ya comenzaron a aparecer los problemas en la construcción”, reseñaron.
Un vecino se animó a aventurar al respecto que “estas casas hace más de dos años que están terminadas, en su mayoría. Sin embargo, no fueron construidas al parecer con materiales de primera calidad, como decían, y tampoco fueron visadas y controladas en todo ese tiempo y a lo mejor los daños se hicieron visibles una vez que comenzamos a habitarlas”.
Para colmo, plantearon con mucha bronca que “los reclamos los tenemos que hacer a un 0-800 que es del Banco Hipotecario, llamamos ahí y no nos toman el reclamo y menos nos dan un numero de referencia, ya que argumentan que en forma directa los reclamos van a las empresas constructoras. Pero al ir a los obradores de esas empresas, en varias ocasiones nos aseguraron que los reclamos no llegaban a ellos. Pese a ello, en más de una ocasión trataron de solucionar nuestros problemas edilicios, con buena voluntad”, resaltaron.
También vale la pena destacar que estas casas fueron entregadas con aire acondicionado (uno en la sala), termotanque, cocina, mesada y alacena, incluidos en el precio de la vivienda. Estos electrodomésticos y muebles, en algunos casos, “también tienen fallas, como los termotanques y algunos aires, aunque parezca increíble”, relataron.
La lucha continuará
Los vecinos adelantaron que “cuando los problemas edilicios sean arreglados en su totalidad, la lucha continuará en torno a la búsqueda de solucionar las falencias existentes fuera de nuestras casas”.
“Ya hicimos notas a Energía de Misiones y en parte nos solucionaron el problema del alumbrado público. También ya presentamos un escrito a la Municipalidad para ser parte de la recolección de residuos y a la empresa de transporte urbano, pero no obtuvimos respuesta positiva, ya que la mayoría de las calles del barrio aún no están habilitadas y eso es todo un problema a resolver”, describieron.
Tampoco se olvidaron de señalar como cuestiones pendientes “el tema de los espacios verdes y juegos para los más pequeños y los malezales en las casas que aún no están entregadas, con el peligro latente del dengue”.