Para muchos, es el símbolo de la inclusión y el ascenso social de millones de trabajadores; para otros, representa el mayor obstáculo para el desarrollo argentino. El peronismo es la identidad política más persistente del país y, por eso, un enigma controvertido y apasionante.
En “¿Qué es el peronismo?” Alejandro Grimson desentraña el perfil heterogéneo que ha asumido el peronismo en su historia, al tiempo que rastrea las transformaciones de la corriente antiperonista, que reactualiza sus críticas en un nuevo repertorio de términos y que según el investigador “encubren un odio de género y de clase al mismo tiempo”.
En los últimos años se reeditó la idea del peronismo como el gran artífice de los males argentinos ¿Se volvió más virulento el antiperonismo?
Es cierto que se ha producido el resurgimiento de un antiperonismo con características similares al desprecio de clase que estuvo claramente presente desde 1945 a partir del mito del asado con parquet. La Revolución Libertadora tiene un triunfo en el sentido común hasta el día de hoy que es la idea de que liberó algo, cuando está claro que en realidad lo que hizo fue inaugurar la tragedia argentina que abre el golpe de Estado, las masacres, los fusilamientos y que termina con la peor de todas dictaduras que fue la de 1976. Toda esa cuestión de los “cabecitas negras” hoy se reactualiza en conceptos como “vagos”, “negros” o “planeros”. Una de mis tesis es que el racismo y el clasismo son constitutivos de la política argentina. Por los menos desde esa época hasta hoy. Después creo que hay otro elemento en común entre el antiperonismo del 45 y el actual que es tema de la misoginia: el odio a Evita constituye un odio de clase y de género al mismo tiempo.
Dentro de la diversidad de antiperonismos que identificás ¿Qué rasgos propios asume el antikirchnerismo?
El antikirchnerismo logró instalar la idea de que la Argentina se encamina hacia una dictadura o algo similar si no es derrotada Cristina o el Frente para la Victoria. También instala la idea de que se vivió una fiesta que no era sustentable económicamente y que eso justifica un ajuste. Por eso hay un fracaso grande de cualquier sociología objetivista que pretenda determinar qué sectores de qué clase social deberían votar a unos o a otros. ¿Por qué fracasa esa sociología? Porque no contempla la relevancia que tienen los imaginarios de pertenencia social. Hay sectores, tanto obreros como de clase media, que terminan votando al antikirchnerismo en función de lo que ellos creen que son sus intereses. Esos intereses están en relación con una sensibilidad “antiplanera” y “antivago” que les otorga algo que es la capacidad de sentirse parte de otro mundo social al que ellos quisieran pertenecer. Es una lógica aspiracional que no se desarma fácil.
Fuente: Télam