Los problemas de pareja, de diversa índole, abundan en la actualidad. Pero una de las claves que más influencia tiene en toda relación de a dos es la dificultad para mantener vivo el vínculo afectivo. ¿Qué significa esto?
Por lo general, cuando aparece un conflicto, uno le reclama al otro: “Nunca me decís lo que sentís por mí”; o: “Me gustaría que todo sea como al principio”.
El verdadero problema no es lo verbal (lo que se dice), sino lo no verbal (lo que no se dice). Cuando lo que no expresamos falla, solemos recurrir a las palabras y las demandas interminables.
Es perfectamente normal, tanto para ella como para él, pedir una confirmación verbal en medio de un problema que no es de la misma naturaleza.
Pero aunque ella o él le repita de distintas maneras que lo/la ama, nada se solucionará. ¿Por qué? Porque la causa del problema jamás es verbal. El vínculo afectivo que nos mantiene unidos a través de los años es precisamente “aquello que no es verbal” y deja en evidencia un interés genuino, que nace del corazón, por quien está a mi lado.
Este interés por el otro que no es fingido tal vez se evidencia mejor en la fase del enamoramiento, cuando cada uno muestra y comparte lo mejor de sí mismo y solo desea estar con el ser amado.
Aquí hay un acercamiento que no precisa de palabras y lo no verbal coincide con lo verbal. Ella o él expresa: “Te amo” y lo sella con su actitud.
La repetición de esto arma el vínculo y construye ese lenguaje que no requiere de palabras (una mirada basta para dos que se aman).
Ahora, cuando surgen las desavenencias y los integrantes de una pareja no logran llevarse bien, no es lo verbal lo que funciona mal sino lo no verbal, es decir, el vínculo afectivo que no consiste en palabras ni en una lista de tareas, sino en el interés espontáneo y no fingido por el otro. En estos casos, se necesita reconstruir.
¿Cómo se puede volver a construir el vínculo afectivo que alguna vez nos unió? Básicamente de dos formas:
1. Cuando traemos a la memoria los recuerdos de las vivencias felices compartidas.
2. Cuando traemos a la memoria los recuerdos de las situaciones tristes que atravesamos juntos (y superamos).
Si la pareja es capaz de rearmar ese vínculo tan especial y valioso y, además, le agrega frases que acarician como un “te amo”, un “sos importante para mí”, un “gracias por esto”, etc., se podrá embellecer aún más la relación. Como dijimos, cuando el vínculo está armado, es suficiente con mirarse mutuamente pero, si a lo no verbal le sumamos lo verbal, la relación será “a prueba de balas” y podrá resistir cualquier crisis.
Las personas que permanecen juntas en el tiempo, a pesar de las tormentas, logran voluntariamente construir ese tercero llamado “pareja” o “nosotros”.
Ese espacio único y seguro donde la ganancia de uno es la ganancia de los dos, donde es más importante el bienestar de la relación que “salirme con la mía”. He aquí el gran desafío de toda pareja: construir y mantener vivo el vínculo que los une.
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.