El comportamiento y las actitudes de las personas en general, permiten el logro del bienestar colectivo, lo que últimamente es escaso en nuestro ambiente cotidiano y eso afecta obviamente las relaciones entre ellas.
Los valores humanos están relacionados con el respeto, la solidaridad, la ética, la honestidad, la tolerancia, la paz, el amor, la honradez, la libertad y la justicia entre los más destacados y necesarios en cada uno.
Pero varios de esos valores han desaparecido en la actitud que demuestra un gran porcentaje de la sociedad, principalmente en quienes han escalado económicamente en el cargo o función que desarrollan, sin entrar en detalle de cómo lo han logrado, lo cual es un tema archiconocido por numerosas personas de nuestra zona de influencia; pero como todos sabemos que el “silencio es salud”, pues entonces poco se comenta en voz alta, pero no deja de tener efecto “vox pópuli”.
Cuesta creer que haya decaído la calidad humana, que haya crecido el número de “maleducados”, de “acosadores”, de “personas que se victimizan”, de “personas violentas que atacan a su expareja”, de “oportunistas del tema del momento para sacar algún rédito”, de “quienes buscan de producir un daño determinado”, de “quienes denuncian sin tener las pruebas fehacientes, pero que pueden dañar profundamente a la persona denunciada”.
En fin, es más que evidente que las cosas han cambiado para mal en muchos casos y que esto llevará mucho tiempo para que se superen diferencias y confrontaciones, que muchas veces son estériles y no aportan a la convivencia.
Pareciera que ya no es suficiente vivir en la duda de lo que puede suceder de aquí en adelante, de los efectos del cambio climático –que si bien lo tomamos en cuenta- no parece que veamos el trasfondo de los daños que causa en el rubro agropecuario, por ejemplo, y nos preocupa más que no podamos cambiar el vehiculo que tenemos, dejando que la cultura y la educación sigan cayendo en calidad y resultados positivos.
Argentina no vive aislada y su situación está supeditada a los acontecimientos, en especial los económico-financieros-, que nos demuestran cambios inestables en forma permanente y de los cuales dependemos inexorablemente.
Magnificamos algunos problemas que ya son históricos, como la pobreza, y está visto que en “treinta y cinco años de democracia” poco o nada se hizo para que la misma disminuya y se dignifique la vida de los marginados.
Seamos sensatos y veamos que los cambios vendrán cuando cada argentino actúe con dignidad y no caiga en manos de los agoreros, de quienes prometen y luego no cumplen; hagamos bien lo nuestro y demostremos que el objetivo está al alcance.
No podemos seguir permitiendo ser “esclavos del sistema”, de estar en el “pasillo de la espera de lo que no llega”, de “creer en palabras sólo palabras”, mientras el tiempo pasa, ¿y?…
Usted lo sabe mejor que yo.
Ernesto Doedderer
Posadas (Misiones)