Aunque también hubo aquellas –como sucede hoy– en que han proliferado ciertas ideas de represivas que van de frente para con esa idea que viene afianzándose desde la presidencia de Raúl Alfonsín.
Diez presidentes han pasado desde entonces, unos con mayor o menor acierto que otros en razón de su propia capacidad para enfrentar alguna situación especial (o general) que le tocó administrar. Otros tuvieron mejor fortuna ya sea porque han sido más cabales intérpretes de la confianza depositada en sus manos o de una economía que no todos supieron manejar y fueron forzados a aplicar recetas restrictivas.
Hacia fines de 2001 hubo tres efímeros presidentes que, al menos en dos de ellos, no dejaron ninguna impronta, acertada o errónea, en su paso por el Sillón de Rivadavia. Pero que sí reafirmaron la continuidad institucional en la difícil circunstancia social, política y económica que les tocó vivir.
No quiero indicar a nadie como mejor o peor que otro, aunque hubo algunos que desoyeron totalmente la voluntad ciudadana que los ubicó en el máximo sitial de poder en la Argentina. Con mayor o menor mezquindad política y de clase, priorizaron otros intereses distintos a los comprometidos, incluso negando todo lo sostenido en campaña. Incluso el cinismo aquel de que “si hubiese dicho todo lo que iba a hacer, no me hubieran votado” (tan lejano y tan presente hoy).
Pero no obstante, se rompió el círculo de golpes cívico-militares periódicos y la elección, acertada o no, quedó en manos del pueblo.
Alejandrino Rojas Schmid
Posadas (Misiones)