¿Qué sucede cuando dejo de rebotar entre los opuestos y asumo que hay un centro? Veo desde el centro, veo desde mí y cesa la lucha de preferencias y desagrados, entonces sucede algo que nuevamente me cambia la mirada, algo que me empuja nuevamente a un salto cuántico en la conciencia. Desde el centro comienzo a ver que no hay principio ni fin.
Fue tanto el tiempo que nos enseñaron a tener una percepción lineal de la vida en donde el principio está lejos del fin, en donde si hay un bueno necesariamente tiene que haber un malo, opuestos, antagonismos, líneas…
Pero un día nos damos cuenta que la realidad es más grande y abarcativa, somos un sistema, estamos dentro de un sistema y no es precisamente lineal.
La realidad está estructurada en diferentes niveles los cuales están todos entrelazados, el diseño de mi vida está entrelazado con la vida de otras personas, que a su vez están entrelazadas en grupos de conciencias, naciones, religiones, culturas y todos a su vez estamos entrelazados con el diseño del cosmos, con el diseño de las estrellas, entonces vemos que somos mucho más de lo que percibimos.
Somos también el universo replicado en nosotros mismos. Así, si podemos ver que en este diseño en el cual todos estamos entrelazados sistémicamente, no llegamos a ningún lado, no tenemos principio ni fin, no tenemos logros definitivos.
Quizás los logros que podemos alcanzar en esta vida se esfumen con la muerte y así descubrimos el ciclo sin fin de nacimientos y muertes, una constante en la evolución el alma.
Un tiempo circular que se corta en el justo momento de nuestro nacimiento y nos permite en esta ronda de vida, completar lo que nos quedó pendiente en otra.
Y así una y otra vez volvemos solamente impulsados por el único aprendizaje que quizás quede en nuestra conciencia en el momento de partir y también en el momento de nacer.
Somos más que un cuerpo. Somos luz, energía, vibración, somos el amor materializado que fuimos capaces de dar, pero para eso primero tenernos que salir del espejismo de los opuestos porque en el amor no hay buenos ni malos, no hay blancos ni negros, pobres o ricos… sólo hay almas que registran el amor y la vibración de luz con la que somos capaces de resonar.
Hay mucho todavía por aprender, hay mucho todavía por andar desde el tiempo circular donde no hay principio ni fin, no hay opuestos, sólo el aprendizaje a través del amor.
Colabora
Patricia Couceiro
Máster-Consteladora
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