La crisis, el ajuste, la forma de conducir políticamente el espacio que tiene Mauricio Macri y su círculo rojo, están provocando el alejamiento de referentes del espacio. Intencionado o no, la “grieta” no se esconde en las alfombras de Casa Rosada sino que se muestra en actos, en entrevistas periodísticas que exponen al Presidente con una imagen de pérdida de confianza interna cuyos efectos son impredecibles.
Entre las fisuras públicas, se conocieron en las últimas horas las de Emilio Monzó (presidente de la Cámara de Diputados de la Nación, de origen peronista y una figura clave para lo que fue el armado electoral que llevó a Mauricio Macri al poder); y la del exdiputado Ricardo Alfonsín (hijo del expresidente).
El primero, hace meses había dicho que no buscará la reelección en el Congreso y se lo mencionaba como posible embajador argentino en España desde el año que viene. Ayer no dudó en el paso anunciado: “Ya hice el duelo, voy a cumplir con mi mandato institucional, pero no voy a reelegir”. En el entorno del cuarto hombre en la sucesión presidencial, aseguraron que la crisis política con Monzó se mantuvo silenciada para no profundizar los efectos de la crisis económica ya conocida.
Alfonsín encabezó, a su vez, un acto con Margarita Stolbizer y el gobernador santafesino Miguel Lifschitz. El radical, lanzó el “Encuentro Progresista” (se mostraron con Massa y abrieron la posibilidad de dialogar con el peronismo opositor) aseguró entre otras cosas: “Tenemos que poner en marcha una segunda transición, ya no de la dictadura a la democracia sino de la democracia formal a la democracia social“.
Además, todavía no se disipó la advertencia de los líderes de la UCR oficial de ir a internas con el PRO con candidato propio.
Quedan muchos meses antes de votar. Nadie sabe hasta dónde se profundizará la interna en la crisis ni el costo para Macri.