Señora Directora:
La sociedad argentina fue sufriendo cambios, tanto en el plano político como en el social y muchas personas nos hemos encontrado con sorpresas y las que obviamente no aceptamos, simplemente porque consideramos que ningún gobierno tiene la autorización suficiente para “imponer” -aún siendo la autoridad máxima del país-, cambios que afecten a la naturaleza de la mujer y del hombre, por cuanto cada uno por su propia voluntad y por sí mismo, elegirá el camino a seguir como ser humano que es; ni hablar de ingresar en la mente de los niños y adolescentes con mensajes tergiversados y mal intencionados, que luego traerán sus graves consecuencias.
Desde la gestión anterior de gobierno ya se dieron apresuradamente, imposiciones y aprobaciones de cuestiones que atañen exclusivamente al grupo minúsculo que se identifica de una manera distinta a la gran mayoría de quienes componemos la sociedad y eso debe quedar bien en claro, sin intencionalidad agresiva u obligatoria que genere conflictos sociales.
¿Quién comenzó con la idea del llamado “lenguaje inclusivo”? Desde cuando tenemos que aceptar la estupidez de alguien que pretende imponer palabras inexistentes como “todes” –por todas o todos-, o la utilización de la “x”, por el simple hecho de generar diferencias entre la gente y disfrutar como si fuera algo grandioso.
¿Quién es el responsable de pretender la incorporación en los planes de estudio la “ideología de género”? Sin analizar las graves consecuencias que ello traerá aparejado con el correr del tiempo. Llevan a la sociedad a la confusión, al grado de cambiar los roles de quienes nacen normales para proponerles cambios que los incluyen en el ámbito de la degeneración como seres humanos.
Ya se dieron manifestaciones y protestas en nuestra provincia y las consignas fueron muy claras: “Con mis hijos no te metas” y “Sí a la educación sexual integral, No al adoctrinamiento”.
Los argentinos tenemos que “mezclar y dar de nuevo”, según reza una frase que nos daría una nueva oportunidad, para organizar distintas cuestiones que hacen a cada uno en cuanto a la educación en general.
Lamentablemente se han perdido muchos valores morales y buenas costumbres que hacen a la convivencia ordenada y respetuosa, a tal punto que los de la nueva generación se sorprenden cuando escuchan decir: “Permiso”, “por favor”, “pase usted primero”, “perdón”, “sírvase tomar asiento”, “disculpe”, etc.
Y lo mismo sucede cuando los jóvenes comienzan a salir solos, se creen “dueños del mundo”, lo que demuestra la falta de orientación y educación suficiente para entender que deben comportarse de manera normal, sin producir daños o problemas, bebiendo o consumiendo irresponsablemente al extremo de ser responsables de algún altercado con secuelas graves o extremas de muerte.
Cada persona tiene la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo, entre lo dañino y lo sano, pero dependerá de que se sume o no a la idea loca del líder que produce la situación desagradable.
Seamos racionales y entendamos que no debemos acelerar los cambios culturales que pueden afectar a muchas personas; más bien, busquemos a través del diálogo, el consenso que nos lleve al equilibrio y a la armonía necesaria que beneficiará a todos de una u otra manera.
La libertad de elegir como ser y como vivir es individual, por lo tanto debe ser respetada esa voluntad.
Ernesto Doedderer
Posadas (Misiones)