Caducarán el 31 de diciembre venidero, según anunció tiempo atrás el presidente Mauricio Macri como parte del cacareado “sinceramiento” de las tarifas públicas.
Al parecer, otra vez se apunta a cargar contra el bolsillo de los usuarios que son rehenes de un servicio concesionado que les resulta insatisfactorio y deficiente. Aunque es de suponer que en los próximos días también comiencen a sumarse promesas sobre mejoras en la prestación que, como ya es tradicional, nunca se cumplen.
Según escuché hace unos días de uno de los gerenciadores de esas concesionarias, el subsidio que reciben es de $12 por boleto, a los que se suman otros beneficios similares otorgados por la Provincia y por la Municipalidad. En el primer caso existe un fideicomiso que le asegura ese aporte por 30 años, hasta 2037, tengo entendido.
Mucho se dijo de éste cuando la constitución del Sistema Integrado de Transporte Misionero, hace once años.
Lo cierto es que desde que tengo memoria, cada vez que esas empresas solicitan una suba tarifaria surgen una serie de compromisos de lo que se hará, pero que nunca terminan por cumplirse. Costó, por ejemplo, varios años para lograr la habilitación de la terminal de transferencia de la avenida Quaranta que, lamentablemente, en vez de un beneficio se ha transformado en una pérdida de tiempo, al igual que su homónima de Miguel Lanús.
¡Basta de engaños! ¿Por qué no abren el servicio a otras líneas?
Juan Ramón Ruiz
Posadas (Misiones)