Alguien dijo alguna vez: “El que pone el hombro, transpira la gota gorda y corre riesgos de vida: no aparece en el bronce de la inauguración de todas las obras“, sean públicas o privadas.
Y qué bueno sería que en cada obra aparezcan los nombres de quienes trabajaron y fueron protagonistas de un trabajo que demandó un largo tiempo; y que bueno que los hijos y allegados de esos trabajadores vean reflejado sus nombres.
Paradójicamente quienes menos se preocupan, hacen “su negocio” y cumplen a medias, a veces sin que se concreten sus propuestas como el caso de los concejales que cobran un dineral por las cuatro sesiones que tienen en un mes.
Pero María y Juan Pueblo deben pagar sus impuestos y servicios porque si no corren riesgos de ser morosos, aunque el desinterés de poner los datos al día demuestra que cada vez más usuarios se “salvan” de pagar sus tributos; y todo por la ineficacia de quienes deben tener la información catastral al día y obrar en consecuencia.
¿Es una cuestión política? Puede ser, muy posible que así sea. De todos modos las consecuencias del faltante monetario lo completamos los que somos honestos y cumplimos con el pago de todo lo que se debe pagar en cuanto a tasas, impuestos y servicios.
Pero volviendo al tema inicial, los trabajadores quedaron en espera, en “stand by”, en veremos, porque los de arriba son los privilegiados en un país desordenado económicamente y cuya administración siempre dejó mucho que desear, digamos, desde siempre, quizás porque la sociedad prefiere mirar a un costado; aunque otros dicen que el argentino “no sabe votar”.
Y la mayoría cree que sabe votar porque confía en el candidato elegido, el cual una vez que ha asumido, se maneja a su antojo olvidando promesas y discursos poéticos que ya quedaron en el olvido ¡para él! porque la gente no come vidrio y sólo le queda esperar hasta las próximas elecciones con la esperanza de algo muy dudoso e inseguro que se cumpla.
Claro que a algunos que están “en el juego político”, les molesta que se escriba sobre verdades sobre expresiones que muchas personas manifiestan, pero no quieren identificarse por los miedos que impusieron en el pasado y fueron la estrategia de “otros avivados y enquistados en el poder”.
De todos modos al trabajador responsable y esforzado le queda el orgullo de cumplir o de haber cumplido, sí, en éste último caso se trata del “jubilado” que curiosamente rima con “olvidado”, que dejó varias décadas de dedicación, esmero y salud en su función, para después “mendigar para que se le reconozca un bienestar bien merecido, pero no cumplido”.
Duele profundamente hacer referencia a algo tan esencial e importante que es “la mano de obra del trabajador”, que sueña con un “mundo mejor”, con un salario digno y un dedicarse muchas veces a los vicios, los cuales desgraciadamente lo llevan a un callejón sin salida.
¿Porqué? Porque fue viendo como los acomodados, los de arriba, sin esfuerzo y con picardía, fueron avanzando económicamente y algunos hasta terminaron siendo empresarios utilizando su cargo asignado y logrado mediante las elecciones. ¡Qué fácil, qué falta de dignidad! cuando se le toma el pelo a María y Juan Pueblo que nada pueden hacer al respecto.
No perdamos las esperanzas de que algún día –ojala no sean siglos-, Argentina superará los obstáculos con gente honesta, patriota y digna de su función en bien del país.
¡Será Justicia!
Ernesto Doedderer
Posadas (Misiones)