Por lo general sucede lo contrario. Pero, en el caso de Franco Feltan, el diagnóstico fue el impulso que necesitó para cumplir uno de sus viejos anhelos y seguir su camino firme por la senda que lo llevaría a convertirse en escritor. Así, este joven de 24 años, diagnosticado con dislexia hace apenas tres, ya publicó su primera obra “Al otro lado” y “ya estoy, más o menos, en la página 100 de mi segundo libro”, afirmó a PRIMERA EDICIÓN.
Franco sumó su nombre a la larga lista de escritores misioneros. Presentó su opera prima “Al otro lado” los primeros días de septiembre y ya trabaja a full en la concreción de su segunda novela.
“Va a ser más ficción, de aventura. Hablo de los dioses griegos y lo traslado un poco al hoy, como los dioses siguen existiendo”, indicó a este Diario. Este joven escribe en sus tiempos libres. Ni bien tiene uno “lo primero que hago es agarrar la computadora y escribir a full, en cualquier momento”, agregó.
Su primera novela “Al otro lado” se presentó oficialmente a principios de este mes en el Centro Multicultural de la Costanera. “Habla de un empresario cuya familia muere en un accidente y él se empieza a encerrar en su dolor y se vuelve una persona totalmente distinta a la que era”, explicó.
En ese camino, peleado con todos sus conocidos, tiene una experiencia que lo deja al borde la muerte, en donde “se pregunta si existe o no ese ‘otro lado’ donde descubre que la vida que lleva no era la correcta y que estaba perdiendo tiempo en cosas que no valían la pena”.
La historia, que escribió en un período de dos años, “es toda original” y lo que destacó de su primera obra es que “la podes tomar como una novela romántica pero también hasta como un libro de autoayuda porque habla de muchas cosas que las personas cotidianamente no le dan importancia y entonces parecen insignificantes pero son muy importantes”.
Franco aseguró que las críticas que recibió por su libro han sido muy buenas y hasta hay quienes se cruzan con él por la calle y lo abrazan emocionados porque su historia los tocó.
“Las primeras veces no sabés cómo actuar y nunca me lo esperé”, dijo Franco al respecto. “El día que recibí el libro no podía creer que lo hice porque siempre tuve el autoestima baja porque hasta los profesores me decían que no iba a llegar a nada, que era un burro”, agregó.
El diagnóstico de dislexia
Franco fue diagnosticado con dislexia hace tres años pero “siempre me costó el tema del estudio, desde la primaria”, recordó. Su condición se hizo más notoria a medida que fue avanzando en la formación, de hecho dejó la carrera de Genética de la Facultad de Ciencias Exactas porque “se me re dificultaba”. Si bien nunca repitió ningún año “siempre me llevaba materias”.
“Las personas que tenemos esta condición confundimos, escribimos las letras al revés o cuando leemos también lo pronunciamos al revés. Es inconsciente, tenemos que tener un segundo extra para pensar todo el tiempo lo que estamos diciendo, lo mismo cuando escribimos. Es un segundo extra”, explicó.
Es peor cuando deben escribir en manuscrito pero en la computadora es mucho más fácil. “Al ser teclado y tener las letras separadas y todo bien organizado es otro proceso mental que se hace. Es más fácil”. De hecho, la computadora es la herramienta que utiliza Franco para escribir sus libros.
Fue él mismo quien entró a internet y comenzó a hilvanar sus síntomas con un diagnóstico y “encontré que se asemejaba a la dislexia”. Luego, una psicopedagoga amiga de la familia confirmó sus investigaciones.
Con el diagnóstico en mano, Franco puso primera. “Fue la pieza que le faltaba al rompecabezas, yo lo sentí así. La dislexia fue el motor porque me puse como meta superarme y siempre tuve el sueño de escribir, escribía cuentos de no más de 30 páginas o poesías y un día dije que iba a tratar de hacer eso que siempre quise, escribir un libro. El diagnóstico me ayudó a confiar más en mí mismo, a tener impulso”, remarcó.
Así comenzó el camino que terminó con la llegada de su producción en cajas con el logo de la editorial Tinta Libre, desde Córdoba. Un momento “re emocionante” que quién sabe dónde terminará… Por el momento, el segundo libro ya está en marcha.