Cuando uno delega una tarea, debe correrse del espacio. Es decir, estar al principio y al final de la tarea pero no durante el proceso. Hay que supervisar, no controlar ni intervenir. Así, permitimos que el otro vaya asumiendo su propia responsabilidad al realizar la tarea de manera adecuada.
El hecho de que un líder delegue automáticamente, tarea tras tarea para no tomar mayores responsabilidades, es lo opuesto de delegar responsablemente. Los demás siempre se dan cuenta de que quiere agilizar las cosas. Cuando el líder no delega con el objetivo de que los suyos suelten su potencial interior, estos lo percibirán y alguien incluso podría acabar frustrado.
¿Cómo podemos delegar con responsabilidad?
Es fundamental comunicar expresamente a la otra persona lo que se espera de él o ella, es decir, cuál es la tarea específica que le es encomendada. Esto debería incluir los plazos de tiempo que tiene para realizarla. De ese modo, se lo hace copartícipe de la responsabilidad (aunque la sigue teniendo el líder o quien delegue la tarea). Un error muy común en cualquier grupo de trabajo es delegarles a dos personas la misma tarea. Aun cuando el objetivo sea cumplido, esto puede generar un problema serio entre esas personas.
¿En quién se debería delegar una tarea importante?
Por supuesto, en aquel que sea idóneo para llevarla a cabo. Nunca hay que asignarle una tarea a alguien simplemente para que se sienta “útil” o para atraerlo a una actividad o a un lugar. Si la persona no está capacitada, no solo se va a sentir mal sino que la tarea quedará inconclusa o mal realizada.
En los grupos, es aconsejable tener reuniones para evaluar el avance de las tareas delegadas y para seguir entrenando y alentando a cada uno. Esto es algo que los padres deberíamos hacer regularmente con nuestros hijos, lo cual los alimenta a nivel afectivo.
¿Qué se debería delegar?
Hay tareas que solo uno puede hacer y a ellas tenemos que abocarnos. Hay tareas que uno puede hacer y otros, también. Y hay tareas que uno no puede hacer y otros, sí. Esto último es lo que tenemos que delegar para no desgastarnos innecesariamente.
No es posible delegar la visión que uno tiene de su proyecto, su negocio o su empresa. Pero sí se pueden delegar ciertas tareas en personas capaces de llevarlas a cabo para llegar a la meta. De esa forma, además se les brinda una oportunidad de aprender y crecer.
Delegar con conciencia y responsabilidad implica administrar eficientemente nuestros recursos y, de no hacerlo, el resultado sin duda serán la frustración, el desánimo y el fracaso, sea lo sea que hagamos. Aun en un grupo familiar, nadie puede, ni debe, hacerlo todo por sí mismo. Sumar a gente dispuesta a caminar hacia el objetivo común, hacia el mismo sueño, significa extender las estacas cada vez más y construir un buen futuro.
Aprender a delegar bien y a tiempo nos puede ahorrar muchos dolores de cabeza en cualquier ámbito donde nos movamos.
Colabora
Bernardo Stamateas
Doctor en Psicología, Sexólogo Clínico, Escritor y Conferencista Internacional.