Convocado por la comisión de Legislación General, Jiménez aportó su visión desde el ámbito del derecho y puntualmente en su relación directa con la niñez y la adolescencia.
En ese sentido, recalcó a los ediles que no pretendía darles sugerencias “porque ustedes son los que conocen de la técnica legislativa”, sino brindar “una simple opinión que venimos intentando instalar” de, en cualquier organismo o legislación, dar cumplimiento estricto a la Convención de los Derechos del Niño, “que es lo mismo que hablar de la Constitución”.
En ese marco, deslizó que “hay que intentar que toda legislación que involucra a la niñez no sea represiva”.
Y desmintió el argumento de que “la sociedad es la que impone esas fórmulas represivas: yo te puedo decir que no, que la sociedad está demostrando, en cuestiones como la edad penal, por ejemplo, que quiere posicionarse desde un paradigma diferente, que esté amparado en la Convención, que dice que el niño no es objeto sino sujeto de derecho. Y aquí es donde no sabemos cuál es la edad (sobre la que se debe aplicar la ley), cómo hacemos para sancionarle, dónde están los padres, etcétera”.
Para tener en cuenta
Sin entrar a opinar directamente sobre los cambios que se están planteando sobre la normativa vigente (desde bajar la edad mínima de ingreso a los boliches hasta algún tipo de castigo a los padres por las infracciones cometidas por sus hijos), el juez de Menores posadeño puso el foco en distintos aspectos que el actual debate y la futura legislación deberán tener en cuenta.
Así, por ejemplo, planteó que “la Convención de los Derechos del Niño exige el derecho a la actividad recreativa. Pero la visión actual de toda la actividad social del niño o adolescente es siempre limitativa”.
Advirtió que “si la exigencia social y política pasa por hacer foco en las limitaciones, la ordenanza no va a ayudar; al contrario: estaremos creando que clandestinamente haya otros espacios donde los pibes se junten y, además, con una mirada un poquito mas violenta, como de reacción frente a no poder entrar a un boliche”, advirtió.
“¿Y qué hacemos con la edad de ingreso a los boliches, cuando el ‘pibe’ de 16 años ya puede votar o ir preso?”, se preguntó también respecto a esta cuestión.
Escuchar y aprender
Jiménez insistió en que “tenemos que empezar a mirar a la niñez y a la adolescencia como sujeto de derecho, no ponernos por encima de ellos: tenemos que escucharlos, es una obligación nuestra. No trajimos hijos al mundo a que sean igual que nosotros, sino a que nos superen”.
Además, matizó que “escucharlos no es una formalidad: es interesarse, involucrarse, tener contacto directo con ellos”.