Estamos inmersos en la revolución de la información y el conocimiento, una revolución silenciosa aunque de alto impacto en todos los ámbitos, una revolución acompañada de cambios que se dan a una velocidad impensada desde hace unos años.
El desafío no son los cambios en sí sino encontrar respuestas adecuadas a las demandas que nos plantean.
En este sentido, la negociación colaborativa es una excelente herramienta que nos ayuda no sólo a ordenar y reflexionar acerca de nuestros procesos de toma de decisiones sino que también nos permite diseñar conversaciones eficientes para llevarlas a buen puerto.
Hasta hace unas décadas las estructuras de cualquier organización -llámese familia, institución educativa, empresa, entre otros- eran piramidales, quien estaba en el vértice superior tomaba las decisiones y los que estaban en la base, abajo, obedecían y cumplían.
Hoy por hoy estas pirámides se desmoronaron hacia estructuras más horizontales en las que muchas personas participan lo que hace necesario aprender a tener conversaciones eficientes simultáneamente.
Hasta hace unos años el “pater familias” marcaba el rumbo sin mucha consulta o escucha del resto de los integrantes, hoy en día niños, niñas y adolescentes participan en diversas esferas del contexto familiar, escolar y comunitario. En el mismo sentido en una empresa antes, las decisiones las tomaba generalmente el dueño y el resto obedecía, hoy en día son tomadas en conjunto por equipos de diferentes áreas que integran sus saberes en pos de una decisión con mayor sustentabilidad.
La misma situación se da a niveles gubernamentales, cada vez son mayores los procesos participativos en los que los vecinos eligen qué tipo de plaza quieren o en qué invierten el presupuesto o cómo solucionar una situación que los preocupa.
Ya seas un productor que gestiona una modesta cartera de seguros, o el gerente general de una gran organización, un vecino que no puede dormir por los ruidos del de arriba, o el padre de un hijo adolescente, lo cierto es que para lograr tus objetivos deberás hacer que ciertas cosas sucedan interactuando con otros seres humanos.
De allí la importancia de adquirir habilidades como negociar “colaborativamente”. Destaco “colaborativamente” porque negociar es algo que hacemos todos los días aunque no siempre de manera cooperativa. El 90% de las veces cometemos el mismo error que nos aleja de nuestros objetivos: obviar la interdependencia que el vínculo implica.
Cuando alguien piensa en negociación, piensa en ir a ganarle a su oponente, a imponer su punto, a salirse con la suya sin tener en cuenta, que del otro lado hay una persona con los mismos miedos, angustias, valores, ego, propósitos y convencida que su percepción es la realidad, al igual que nosotros.
Arremeten y sin querer envenenan el agua de la que luego van a tomar. El conflicto siempre es de a dos, necesito al otro para solucionarlo, veámoslo hombro con hombro y no frente a frente.
Trabajemos nuestras emociones hasta percibir al otro como mi socio en el conflicto, para así negociar y lograr ser socios en la paz.
Si revisamos nuestras vidas nos daremos cuenta que muchos de nuestros logros se debieron a que teníamos una buena relación con alguien, un compañero de la facultad, de un trabajo o algún conocido de la familia. Mejorar la calidad y cantidad de relaciones hace al fortalecimiento de nuestros resultados.
Colabora
Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
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