¡Hola queridos amigos! Son muchos los simbolismos y nombres simbólicos que empleé en el escrito de la semana anterior y es menester se los haga entender para su total comprensión, como cuando digo que debemos transformarnos en observadores, especialmente de nosotros mismos, debería decir a quien me refiero con el nombre simbólico del observador.
Entonces, el observador no es aquel que mira con indiferencia ni en forma objetiva y mucho menos enjuiciadora. Observar es simplemente eso, permanecer inmutable ante el acto de ver, como permanece el árbol centenario ante el pasar de la humana existencia; porque si en un tiempo autoestipulado evaluara el promediar de ellos, podría sin mayor esfuerzo saber quién está siendo, pues como he dicho infinidad de veces, nosotros somos la suma de nuestros pensamientos y sentimientos que se traducen en nuestras obras o actos.
Trataré de ejemplificar esto que acabo de escribir, pues sé que es tan fácil de teorizar como difícil de practicar.
La evaluación se realiza en el momento de nuestra reacción, que a esta altura del caminante avanzado, ya no es física ni verbal la que debemos evaluar, pues la educación las ha sabido adecuar y tampoco nos interesa aparentar, sino que evaluaremos los sentimientos que allí surgen en nosotros.
Por ejemplo: si recibimos una noticia de que a alguien, que en el pasado nos ha hecho daño, le ha ido mal, observar el sentimiento que en nosotros aflora.
Debemos tener cuidado porque todo ocurre en millonésimas de segundos y si por acaso éste fuera un pequeñísimo sentimiento de satisfacción, el ego más rápido que el rayo trataría de autojustificarse haciéndonos creer que la noticia nos fue indiferente o incluso nos hizo sentir compasivos.
Este trabajo, que en el caminante cotidiano debería ser, tampoco es el del observador.
Ahora, cuál es la importancia de saber que nuestros pensamientos no son nuestros y para qué capacitarnos en su observación y en la evaluación de los sentimientos, que sí son nuestros y ¿qué ellos provocan?
Pues si sabemos que no son nuestros, en la práctica los seleccionaremos, ya que como humanos nos es más fácil esto, que tratar de sentir bien. Sabiendo lo que las emociones negativas hacen en nuestros cuerpos físicos, más todas sus consecuencias incluso en el orden planetario, deberíamos hacer esto a diario.
La práctica además nos lleva al buen hábito mental, con lo que aumenta nuestro discernimiento, que al ir eligiendo lo mejor, cumpliríamos con el pedido al cielo, que a diario debería ser y que personalmente lo hago visualizando el saludo árabe y lo hago así: cuando apoyo mi mano en el pecho, digo: que mi corazón y pensamientos sean los tuyos Señor; al apoyar mi mano en la boca: mis palabras las tuyas; al apoyarla en mi frente: mi mente y mis pensamientos los tuyos Señor y al elevarla por encima de mi frente: hacia todo el mundo, amen.
De esta manera deja de ser un ritual para pasar a ser un efectivo tratar de identificarme con mi Creador, cuyo nombre para toda la eternidad, como dijo a Moisés, es Yo Soy.
Al saber que los pensamientos no son nuestros no nos apegamos a ellos, por lo que tampoco nos envanecemos ni avergonzamos de ellos, por más elevados o bajos que fueran, simplemente reconocemos de Quien o de quien vienen y al ir efectuando este reconocimiento en nosotros mismos, nos iremos dando cuenta de dónde provienen todos los males de la humanidad.
Si en pensamiento me abrazo a mi Yo Soy, me uno a Él, soy Uno con Él, entonces mis pensamientos adquirirán Su poder que es incalculable e inimaginable para el ser humano de hoy.
Aún hoy nuestros pensamientos tienen poder y con el pobre manejo que tenemos de ellos, la mayoría de las veces creamos por defecto.
Aquí van, entonces, algunas técnicas que podrían ayudarlos. Como siempre serán ustedes los que elegirán cuál es la que a su naturaleza le viene mejor o les es más efectiva; sabiendo esto, usted mismo podrá buscar o a inventarse alguna.
Al surgir el pensamiento indeseado y sea por ustedes identificado debido al sentimiento negativo que hayan experimentado, decir tres veces: “cancelo-cancelo-cancelo” (he tomado del libro de Horacio Valcesia esta cancelación), o: “corto y libero-corto y libero-corto y libero”(tomado de enseñanzas metafísicas) o como le dijo Jesús a Pedro cuando lo quería reconvenir tratando de hacerle cambiar su manera de pensar: “fuera de mi Satanás” y automáticamente reemplazar por el pensamiento positivo.
Como este mecanismo lo pueden ocupar para infinidad de situaciones, no olviden que debe ser hecho afirmando siempre, pues el inconsciente no reconoce el “no” y desde la abundancia, nunca desde la carencia. En el primer caso, por ejemplo: Yo Soy saludable, en vez de: yo no estoy enfermo y en cuanto a pedir desde la abundancia, el ejemplo sería: “Gracias por la hermosa casa o por mi salud perfecta. Gracias, gracias, gracias”, en vez de pedir a la divinidad de su creencia que les conceda lo solicitado desde su carencia, o sea: te pido me concedas la casa, la salud, etc, porque el mensaje que ustedes estarían enviando sería que lo que ustedes están queriendo no lo poseen y como el Universo actúa como espejo de sus creencias, él les devolverá más de lo que ustedes creen que carecen, o sea más carencia. Y por último la repetición por tres veces es necesaria debido a que recién a la tercera vez entra en su inconsciente que es todo creativo pero no discierne.
Esta técnica de la repetición es bien conocida y aplicada por los manipuladores, especialmente por los dictadores, ya que de esta manera manejan el inconsciente colectivo.
También vale cantar, bailar, hacer gimnasia o lo que a ustedes les plazca y les sirva para cambiar su pensamiento. Consideren la importancia de esto sabiendo que es con un pensamiento que se inician las guerras; además los pensamientos remodelados a voluntad, irán a engrosar el océano de pensamientos positivos en detrimento del negativo. Al achicar este último, disminuye su influencia en el pensador común hasta que llegado será el momento en que por efecto de la masa crítica, revertiremos la forma de pensar del humano ser.
Colabora
Graciela del Carmen Zaimakis de Abraham
EscritoraTambién en FB.
Escuela de Pensamiento