Cambiar la forma en que vemos las cosas cambia nuestra forma de pensar, actuar y relacionarnos.
Puede suceder que pienses que el dinero es algo malo, que solamente las personas que actúan de mala manera llegan a él de manera abundante y que inclusive si lo tienen en abundancia potencian su lado egoísta y ambicioso. O puede que veas que las personas son como son siempre y que un agente externo simplemente las potenció, y que no por ello todas son iguales, sino que existen muchas personas que por el contrario de manera a veces anónima colaboran en grandes cantidades a organizaciones no gubernamentales y fundaciones que sostienen a gran parte de la comunidad desfavorecida.
Muchas veces por dar por sentado ciertas situaciones nos quedamos estancados en nuestro espacio sin actuar o sin buscar formas que nos acerquen a lo que quizás sea nuestro destino, misión o pasión. He visto a lo largo de mi experiencia en gabinete y en sesiones que la forma en la que concebimos una situación o idea nos estanca o paraliza en forma de miedo o nos empuja a actuar de manera valiente y resiliente.
Una pregunta frecuente que circula por doquier es: ¿Y si me sale mal?, ¿y si fracaso? El “no” y sus derivados siempre están presentes, es una opción disponible, pero también están disponibles el “sí” y todas sus posibilidades.
Encontrarnos con alguna pared que nos imponga límites solamente nos enseña que por allí no, o de esa forma no, o con esa persona no. Jamás perdemos, siempre ganamos o aprendemos. O generamos lazos, relaciones o experiencias para futuras posibilidades, dejar las puertas abiertas para lo que sea más adelante es una buena mirada para generar espacios de posibilidad siempre sin miedo y sin restricciones.
Además, cambiar la forma de ver mejora nuestras relaciones, flexibiliza nuestro reflexionar y nuestras ideologías. Cuando entiendo que puedo cambiar mi forma de ver y percibir un hecho por ejemplo puedo comprender que el otro también lo puede hacer y que por cierto puede que en este momento tenga una idea distinta a la mía, y eso está bien también porque nosotros podemos tenerlos todo el tiempo y es inclusive lo que más ocurre, tener formas de ver y percibir el mundo de maneras distintas.
Si te ocurre que defendías con pasión una idea y de repente tienes un insight (visión interna-percepción) y surge una nueva idea eso está bien porque señala que hay crecimiento, que hay evolución, que has madurado, que te has trasformado, algo pasó de ser de una forma a otra, y es a eso lo que aspiramos ¿no? A ser cada día más y mejores, pero no mejores que otros, sino mejores que nosotros mismos, una mejor versión de la que fui ayer o hace un rato. Para bienestar personal sobre todo y luego para quienes nos rodean y que son con los que convivo.
Es necesaria siempre la mirada del otro y saber escuchar lo que tiene para decirnos, para ayudarnos a ver con claridad lo que sucede en nuestro interior.
La relación con el otro siempre afianza nuestras ideas y valores o muta simplemente porque hay una opción que nos convence más, flexibilidad se llama eso y nos lleva a avanzar y sobrevivir, puesto que como el árbol en la tormenta sobrevive cuanto más flexible es, pues lo mismo ocurre con nosotros.
Cambia la forma de ver las cosas y las cosas que ves cambiarán. Inténtalo.
Colabora
Natalia de las Nieves
Coach y Terapeuta
Motivacional
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