Muchas veces sucede que las personas sienten frustración ante hechos de la vida que no se dan como esperan, situaciones que no salen, que no tienen frutos, logros que no se concretan, metas que quedan a la deriva, sueños apagados. Y mucho de todo esto tiene que ver con las acciones que lleva cada uno, que decide y como actúa. Y el compromiso con ellos es muy importante. Pero ¿a qué me refiero con compromiso?.
Compromiso es como decir algo con-promesa, es la “palabra dada”, es una obligación que adquiere una persona internamente, que ha decido por voluntad propia y cuya función principal es la de tener la libertad de expresar el deseo de hacer o no, o sea, puedo estar comprometido o no.
Por lo tanto nadie puede obligar a nadie a adquirir un compromiso de manera forzosa, siempre es personal la decisión.
El compromiso que tenemos por lo que hacemos habla de las decisiones que tomamos, pero no sólo hay compromiso en lo que hacemos sino compromiso con nosotros mismos y para con los demás puesto que cuando me comprometo a algo genero expectativas también en los demás.
Ahora bien, hablando de sueños y metas frustradas: si tenemos bien claro las ideas que quiero ver en mi futuro o lo que quiero lograr y lo tengo incluso por escrito, pero pasado el tiempo las cosas no cambian, no mutan o no se logran, evidentemente algo no estamos haciendo bien. Y aquí es donde salen a relucir qué acciones decidí tomar frente a estas metas y cuál fue mi compromiso con ellos.
Si decido bajar de peso y mi meta es adelgazar cinco kilos en tres meses, ¿qué acciones estoy comprometido a realizar? Levantarme temprano y desayunar puede ser una acción, caminar diariamente, otra. El nivel de compromiso que tenemos con lo que declaramos que queremos lograr dará como resultado la visibilidad del logro establecido.
Y aquí hay otra cuestión: en coaching hablamos de niveles de compromiso que van desde “no me interesa” a “lo haré sin importar lo que suceda”, la posición en la que se encuentre una persona entre estos dos extremos será súper importante, no sólo para lograr lo que quiere sino para descubrirse capaz de lograr metas y generar confianza en sí mismo.
Si por el contrario, he dado mi palabra a otra persona de realizar un hecho pero luego no lo cumplo porque mi nivel de compromiso estuvo más cerca del “no me interesa” (porque eso es lo que se entiende cuando alguien no cumple con la palabra dada habiéndolo hecho) la persona pierde confianza y credibilidad. Por lo tanto el compromiso que generamos para con los demás también influye en la forma en que nos relacionamos y la efectividad de las buenas relaciones. Esto es muy importante en el contexto laboral.
Ser claros con lo que queremos, y con lo que nos comprometemos, tener plena asertividad a la hora de declarar compromiso o no, hacen más aceptables y comprensibles muchas situaciones. Enojarse con la vida por no darme lo que quiero pero sin haber generado ningún compromiso para que eso suceda nos hace nada más y nada menos que meras víctimas y actores de reparto de nuestra propia vida.
Define claramente qué metas tienes, escríbelos y luego decide qué acciones estás comprometido a realizar para que eso suceda. Sé protagonista de tu vida, crea lo que quieres para ti sin que se te pase la vida a la deriva. Hacerlo y serlo es posible. Decide.
Colabora Natalia de las Nieves
Coach y Terapeuta Motivacional
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