Hoy la preocupación de los padres es que los chicos aprendan inglés y computación, están convencidos de que así van a tener el mundo en sus manos y se equivocan.
La preocupación debería ser que lean, que aprendan a dominar bien su lengua y que tengan un buen manejo de las matemáticas porque eso habla de la capacidad de abstracción.
Para solucionar el problema primero habría que pensar para qué se quiere la escuela.
Ver si queremos que sea una guardería más o menos ilustrada.
La idea de la transmisión se está perdiendo, hoy parecería que los chicos ya tienen el conocimiento y lo único que hay que hacer es sacárselo de adentro.
Creo que hay una resistencia a reconocer la asimetría que implica la relación entre maestro y alumno, una asimetría que es precisamente lo que le da sentido a la institución.
De esa resistencia proceden muchos de los problemas de violencia y crisis de autoridad que muestran que los padres no están respaldando a los maestros.
La educación ha pasado tradicionalmente en una alianza entre padres y maestros para educar a los chicos. Hoy esa alianza se ha roto. Hoy esa alianza es entre padres e hijos contra maestros y la institución.
Los padres no van a la escuela a preguntar qué hizo su hijo sino “que le hicieron a mi hijo”, y cuanto más nivel adquisitivo, más exigentes son en ese sentido.
Colabora
Aurora Bitón
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