Una jacana, dos jilgueros -un macho y una hembra-, una decena de pollonas, pitogüés y gorriones son algunas de las más de 170 especies de aves que concentra la Reserva Urbana del arroyo Itá de Posadas en sus menos de dos hectáreas de superficie, y que pudieron contemplar el sábado por la tarde los participantes en la última de las visitas guiadas organizadas por la comuna capitalina durante los dos últimos sábados de las vacaciones de invierno.
Hasta un ejemplar de churrinche, el llamativo “emblema extraoficial” del espacio protegido, se dejó ver instalado en una rama baja, durante esa recorrida que cerró la experiencia piloto con la que la Agencia Posadas Turismo busca instalar la observación de aves como un atractivo más de la ciudad. Y no faltó una garza bruja, pero en la copa de otro árbol mucho mayor, sólo visible a través de binoculares o del ojo entrenado de los integrantes del Club Tangará, que oficiaron de guías a las decenas de interesados en cada turno (matinal y vespertino) de los sábados 14 y 21 de julio.
Familias, estudiantes y amantes de la naturaleza en general dieron así el puntapié inicial a una iniciativa que la Municipalidad capitalina no sólo quiere convertir en un “clásico” de las temporadas de vacaciones (invierno, verano y Semana Santa) y expandirla a otros puntos de la ciudad, como el Jardín Botánico, sino -sobre todo- impulsar a partir de ella la biodiversidad y el avistaje de aves como un polo de atracción turística que puede dejar buenos dividendos económicos, tal y como explicó a PRIMERA EDICIÓN el titular de la Agencia Posadas Turismo, Ariel Kremar.
“No sólo queremos alimentar la práctica social de la observación de aves, sino también el desarrollo del negocio”, remarcó el funcionario, especificando que “hicimos un convenio con el Club de Observación de Aves (COA) Tangará porque necesitamos aprender de ellos para desarrollar el producto turístico de observación de aves, dirigido al mercado ‘birdwatcher’: gente que viaja por el mundo viendo aves. Es un segmento muy interesante por su alto nivel adquisitivo y su carácter internacional, que ya está presente en Iguazú y que puede verse atraído por Posadas”.
Para Kremar, los avistajes guiados de los últimos fines de semana fueron “una experiencia muy interesante para pulir detalles y ver en qué hay que profundizar el trabajo, porque es un segmento muy exigente y competitivo”.
A su vez, Claudia Castells, guía de turismo y coordinadora del COA Tangará, explicó que grupos como el que actualmente la tiene al frente “promueven también la preservación del lugar donde viven dichas aves y la educación ambiental, motivo por el cual se articularon estas visitas a la reserva urbana, organizadas por la Agencia Posadas Turismo”, a la que “estamos muy agradecidos por la convocatoria”.
Lugar emblemático
La Reserva Urbana del arroyo Itá, a pocos metros del microcentro posadeño y justo enfrente del balneario El Brete, es un espacio abierto a la comunidad, de acceso libre y gratuito, al que se puede concurrir todos los días de 8 a 18 para disfrutar de la naturaleza, realizar avistajes o simplemente dar un paseo por sus senderos.
Es que cuenta con todas las comodidades y plena accesibilidad para personas con dificultades motrices, además de un centro de interpretación, sanitarios, áreas de descanso y estacionamiento propio.
Entre las más de 170 especies de aves ya registradas -y algunas más que están presentes en el lugar y que todavía no habían sido incorporadas- hay muchas acuáticas, como biguás, jacanas, pollonas negras y azules, martín pescador, garza, benteveo o pitogüé, alrededor o sobre los islotes de arbustos o camalotes en pleno arroyo Itá.
A ellas se suman horneros, chingolos, tacuaritas, gorriones y muchas más que conviven con algunos mamíferos que también circulan por el lugar (carpinchos, lobitos de río, nutrias y apereás), tortugas, gran diversidad de peces y muchos insectos asociados a la vegetación, como una amplia variedad de mariposas.
En cuanto a la flora, algunas especies son plantadas -como el mburucuyá- y otras nativas que salieron espontáneamente, como el ceibo, el tilo, enredaderas y una variedad de plantas acuáticas.
Cecilia Fernández, docente de Química y de la carrera de Guía de Turismo, y una de las integrantes del COA Tangará que acompañó la visita del último sábado, apuntó que la reserva del Itá se inserta en el bioma de los campos del sur, caracterizado por plantas como pajonales, arbustos y, cada tanto, isletas de árboles o mogotes, que es lo que marca presencia en el lugar. Es decir que “no es que esté descuidado, es que hay que preservarlo así”.
Matizó que allí “hubo en su momento un relleno con tierra que trajo semillas desde otros lugares, así que hay especies que no son del todo propias de los campos del sur, pero sí hay un efecto de recuperación cuando vemos que nacen chilcas, ambay… Estas plantas nos indican que estos suelos van siendo más aptos para que reaparezcan los árboles altos, es una muy buena señal”.
En cualquier caso, remarcó que en zonas de pastizales “hay tanta diversidad de aves como en las de selva, y además es mucho más fácil verlas. En un día promedio, que venimos a la reserva a la mañana y a la tarde, podemos avistar entre 50 y 60 especies diferentes, así que, pese a ser un lugar pequeño y en plena ciudad, cumple su función de dar albergue a todas estas aves”, sentenció.
¿Por qué observar aves?
Se trata de una actividad fácil de practicar y promueve un intenso movimiento de personas, ya que en todas partes y en todos los climas hay aves.
En Argentina hay unas mil especies y Misiones acumula la mitad de ellas, por lo que es una provincia privilegiada y muy importante desde el punto de vista de la biodiversidad.
Entre las recomendaciones para observar aves, la coordinadora del COA Tangará, Claudia Castells, las sintetizó en “mantener el mayor silencio posible y poner todos los sentidos al cien por ciento: oído, vista, olfato…”. Por otra parte, “los observadores solemos vestir con colores poco llamativos, como verdes y marrones, para mimetizarnos con la naturaleza, porque tratamos de invadir el hábitat lo menos posible y causar el menor impacto posible, por más que algo siempre se afecta por el simple hecho de entrar”.
Cecilia Fernández agregó que “hay tres maneras de hacer observación y empezar a aprender sobre las aves: ir con una libreta para anotar y dibujar lo que se va viendo; utilizar un binocular; y sacar fotos, las más posibles, y luego en casa ir mirando una por una y armar el listado con ayuda de una guía”.
En ese sentido, la Agencia Posadas Turismo aportó a las visitas guiadas dos binoculares, un catalejo y un par de libros-guías para prestar a los participantes, lo cual piensa repetir en próximas experiencias, sobre todo para los neófitos, ya que los más avezados ya van siempre con sus propios equipos.
Alianzas estratégicas
Ariel Kremar apuntó que el objetivo es “poder incorporar plenamente a Posadas como parte activa del Corredor Ecoturístico del Litoral, que se lanzó hace poco y que tiene como emblemas al Impenetrable, el Iberá, el Moconá e Iguazú”. Para ello “tenemos tres ambientes naturales muy importantes con aves: los humedales como el Itá, campos y pastizales muy cercanos, en todos los alrededores de la zona metropolitana (Nemesio Parma, Campo San Juan) y por supuesto selva en los municipios cercanos: reserva Urutaú, Parque Provincial de Profundidad, Parque de las Sierras, Teyú Cuaré… Con esos tres ambientes, Posadas puede seguir posicionándose como destino y como centro de distribución” de turistas.
“El desarrollo del producto tiene que ver con la difusión, con el armado de circuitos puntuales como este o el que estamos proyectando hacer a futuro en la zona del Jardín Botánico, pero también con hacer alianzas con organizaciones civiles como el COA Tangará y conectar con el mercado a través de dos tipos de prestadores: los guías de turismo especializados, que los tenemos y muy buenos en la provincia, y las agencias de viajes, que son las que comercializan el producto a escala nacional y regional. Con ellos estamos en contacto para armar visitas de familiarización y que ellos conozcan estos lugares y su potencial económico, porque muchas veces no se los conoce o no se percibe su verdadero valor para incorporarlos a un menú de venta”, advirtió Kremar.