Gregorio Breszko, fue una institución en la zona centro. Inmigrante polaco, llegó a la ciudad para dejar un legado por su don de buena gente, su amor al cine, dedicación a la familia y por haber sido pionero de la publicidad callejera y el primer cinemovilero de la provincia.
“Pan Dulce” como se lo conocía, falleció el pasado 8 de agosto, a los 91 años, despertó múltiples reconocimientos por su gran aporte a la comunidad que lo cobijó, tuvo tres hijos, siete nietos y tres bisnietos, quienes lo recordaron con gran cariño.
El así que uno de sus nietos, Marcos, presentará un proyecto al Concejo Deliberante local, para que el Cine Teatro Oberá, lleve su nombre.
Su pasión por el cine
“Él nació el 12 de febrero de 1927. A los 12 años llegó con sus padres y hermanas escapando de la guerra en Polonia. Llegaron a Buenos Aires, las hermanas quedaron ahí, pero él vino a Paraguay y de ahí vino a Oberá con sus padres. Siempre se acordaba de todo, como fue su vida en Polonia, cuando iba a la escuela, cómo vivían, pero cuando mi hermano falleció, hace cuatro meses decayó mucho, fue muy duro para él” relataron PRIMERA EDICIÓN, Mirta, una de sus dos hijas y Marcos García, nieto que lo consideraba como un padre, ya que perdió al suyo de desde muy niño y vivía con su abuelo.
Uno de sus primeros trabajos fue como guarda del transporte de pasajeros, hacía el recorrido desde Oberá hasta Posadas. “En aquel tiempo se tardaba mucho. Llegaba y tenía que volver a salir, entonces iba al kiosco y pedía una bolita (gaseosa) y un pedazo de pan dulce. Todos los días lo mismo. Así que cuando lo veían, decían, ahí viene pan dulce y el apodo le quedó” recordó Mirta.
Le apasionaba el cine, así que iba a mirar las películas, siempre cerca del proyector. Su interés hizo que quedara a cargo del por entonces Cine Rex y Cine Ateneo de Oberá. “Después se compró el proyector para llevar cine a las colonias. Lugar al que vamos, siempre hay alguien que lo recuerda. En aquella época, sin rutas, era todo un tema llegar a eso lugares. Llevaba una sábana que ponía como pantalla y de lejos el proyector. La gente se enloquecía al verlo llegar, porque en esos tiempos no había ni tele” relató su hija.
Amor por la familia
Conmovidos, su hija y nietos, recordaron que Pan Dulce, era muy familiero. “Mi papá falleció cuando yo tenía cuatro años, así que pasó a ser como un padre para mí. Lo recuerdo muy generoso, siempre queriendo hacer el bien. Era dulcero, terminábamos de comer y nos daba para comprar helado, bombones. No tenía, ni quería problemas. Era el centro de la familia, le gustaba reunirnos a todos. Nos daba buenos consejos” contó Marcos. Las propagandas callejeras y el cine eran su medio de vida. “No nos hizo faltar nada y nos hizo estudiar a todos, los tres hijos somos profesionales. Nos alentaba a progresar, a trabajar, siempre con honestidad y tenía siempre buen humor. Sencillo, humilde, nunca hizo alarde de nada, hacía lo que podía, sin molestar a nadie” agregó su hija.
Escribía la publicidad, grababa con su voz en cassette y salía con su estanciera a recorrer la ciudad y sus alrededores. “Hoy tenemos una película de cowboy, tiros y trompadas, decía compenetrado con la película que llevaba. Con emoción y apasionado. Todos venían a pedirle que haga propaganda. Los que escuchaban el parlante, salían corriendo. Fue una institución que dio mucho por Oberá, recorrió lugares llevando alegría, lo que parecía imposible hizo. El decía que las personas salían como mosquitos en las colonias, cuando escuchaban que las películas retumbaban en el monte. Eso le hacía feliz”.
Con su cine móvil recorrió las escuelas, fiestas patronales, celebraciones comunitarias. “Me gustaría que la gente lo recuerde bien, por todo lo que significó y porque fue un gran padre” destacó Mirta.
Tenía más de setenta años cuando gestionó su documento de extranjero. “No quería hacerse el documento, lo convencimos de grande. Nunca quiso volver a Polonia, porque decía que ya no sabía ni el idioma. Esta era su tierra. Por eso me gustaría que el cine teatro lleve su nombre, porque se merece, nunca lo pidió, pero donde esté se sentiría orgulloso de que eso ocurra. Siempre nos decía, de su abuelo no se van a avergonzar. Me gustaría que con el paso de los años su historia quede en Oberá” subrayó Marcos.
Gregorio Breszko, alias Pan Dulce, no tuvo una vida fácil, como tantos inmigrantes, pero tuvo un espíritu progresista. Luchó por salir adelante, hacerse un lugar y encontrar la manera de transformar su pasión en un medio de vida. La alegría que llevaba adentro, la pudo compartir con vecinos, lugareños, amigos y principalmente, su familia.
Por eso, los familiares conservan el proyector, las cintas de películas, grabaciones y esencialmente su recuerdo latente. A lo lejos, aún resuena su voz, anunciando una proyección que abrirá una puerta mágica en un cine improvisado en medio del monte, con historias, personajes, lugares desconocidos, un mundo de fantasía, que solo sabía regalar el querido” Pan Dulce” en su amoroso andar por la Zona Centro.