Aquí no hay electricidad, tampoco servicios de salud, lograr un espacio donde los niños puedan educarse significó muchísimo tiempo de lucha y todavía necesitan agua y luz para estudiar, por eso no existen fines de semana, por eso no se mide el cansancio y ponen manos a la obra en un trabajo que llevan a cabo gracias a dinero que llegó del exterior.
“Logramos una donación de una iglesia de Alemania para dar agua y luz a la escuelita que hace ya dos años está funcionando con la precariedad de no contar con estos servicios tan imprescindibles, contó el vecino Martín Dellien y añadió que durante este tiempo los niños acercaban el agua en baldes y bidones para subsanar la falta del líquido vital.
“Con el dinero que llegó pudimos comprar un grupo electrógeno y una bomba de agua de 3 Hp, ahora lo que estamos haciendo es una recuperación de vertiente”, apuntó, tarea para la que cuentan con el aporte de un partido político.
“Es un gran trabajo y se está logrando en conjunto, viene gente de otras colonias, de todos lados a ayudar porque debe hacerse de forma responsable, tiene que tener todos los estándares de calidad, para lo que conseguimos el aporte de gente capacitada de Agricultura Familiar de la Nación”, subrayó el vecino.
E hizo hincapié en la dicha que viven en el paraje, pues “ahora en la escuelita van a poder tener un tanque de agua, un lavatorio para las manos; algo sencillo pero de lo que carecían, hasta hace poco tomaban agua de bidones de herbicida, una imagen que causó mucha repercusión en la gente de Alemania y que movilizó todo esto”, remarcó.
Además, mediante el aporte de la Municipalidad y comercios de la zona el Aula Satélite 1 luce sus paredes pintadas, también las sillas y el mobiliario.
Una lucha que la hizo especial
Sólo quienes vivieron la lucha que llevó contar con el Aula Satélite pueden comprender lo que significa, más allá de cualquier precariedad, que los niños tengan la posibilidad de dar clases en este lugar.
Durante 2016, cansados y sin saber qué medidas adoptar, repetidas veces el paraje salió a la ruta nacional 14 e interrumpió el tránsito para que se habilite el espacio y se permita el dictado de clases, pues sólo así dejarían de caminar entre ocho y diez kilómetros, padecimiento que no era ni más ni menos que la falta de una rúbrica, en la que el propietario cedía al Consejo General de Educación la tierra, en un país donde las universidades son gratis, “pero tenemos gurisada que no tiene la posibilidad de salir adelante porque no le dan la oportunidad, cuando realmente hay una problemática nadie se pone las pilas, tres años peleamos por la escuela para estos chicos que nacieron acá”, dijo Dellien.
Felizmente la respuesta llegó y actualmente son 32 chicos los que concurren a diario, junto al maestro Ángel Cardozo, a un espacio sencillo, para muchos “una escuela rancho”, pero donde el sentido de pertenencia se hace más fuerte que el frío, el calor, la incomodidad, donde hay un solo objetivo, estudiar para salir adelante.
Donde el progreso no llegó…
Los vecinos de Puerto Argentino no cuentan con un Centro de Atención Primaria de la Salud (CAPS) para el que un vecino cedió un espacio de su chacra, también con una ubicación estratégica, prácticamente en el medio de la colonia; por eso hasta hace un par de años recurrían al centro de Puerto Argentino 1, pero lamentablemente cerraron sus puertas y el edificio se encuentra en un completo estado de abandono.
Recientemente, después de mucha insistencia, se arreglaron un poco los caminos, pero sentimos un profundo desinterés por parte de la Municipalidad por el bienestar de los vecinos, especialmente de los chicos, esta donación llegó a partir de las fotos de los niños tomando agua de bidones de Roundup y eso no es bueno para Argentina, no estamos tan mal”, confió Dellien.
“Es mentira que no existen más escuelas rancho, ésta es una, a la que no se quiso dar luz, tampoco agua y el Estado estaba al tanto de esta situación. Gracias a nuestra insistencia pudimos lograr cambiar esta realidad, que los chicos no deban acarrear los baldes por más de 300 metros, desde la vertiente. Lo hacían por turno, cada día le tocaba a alguien, y en pleno Siglo XXI”, remató.
“Lamentablemente nada debería ser así, qué distinto sería si fueran todos un poco más participativos, más solidarios, pero esta es la realidad que nos tocó, lo importante es que recibimos una donación de machimbre, los hierros que faltaban para terminar la recuperación de vertiente; lo importante es que los niños tienen educación, que tendrán otras oportunidades, que les estamos dando una herramienta con la que no estarán condenados a ser peones rurales. Aunque la lucha no termina, ahora vamos a insistir por sumar un docente más a la escuela”, confió Dellien.